el pinacate

Qué me cuentas y otros cuentos...

martes, octubre 17, 2006

¨A VECES ME CONFUNDEN CON JOSÉ ALFREDO¨

por PUPI.

23:30 p.m.

Escurridos los fideos y la sal sobre la mesa y el rechinido del molinillo pardo y el reloj made in nowhere y las trusas bien tendidas y el alba abierta. Caminé 13 pasos norte 25 oeste 5 norte del día martes… todavía. La perrada duerme, mi ventana se enganchó con la luz del Sitio Los de Abajo, una base de taxi seguro coordinada por Mariano Azuela.

Para dormir hay que tener un poco de sueño, o quizá desgano, o un rincón vacío, o salvarse sin tiempo, pero no soy Benedetti y no me llamo Javier.

Abordo la unidad coral y blanco S04554, el señor Azuela al volante, el medidor de gasolina full.



23:47 p.m.

Paramos en La Económica, pido dos cajetillas sin filtro, el dependiente responde lento. Un intersticio. Espero. La leyenda fluorescente: ¨Abierto mientras el mundo gire¨. Aún se escriben buenas cosas, los diarios son un exceso.


23: 58 p.m.

El principal orgullo del señor Azuela no es coordinar un Sitio. Pasamos Avenida Circunvalación. Norte, oriente, norte, muy al norte hasta Ferrería. Aceleramos a placer, es tarde y los semáforos duermen a ronquidos constantes. Escuchamos una retransmisión, Simplemente Mariano cumple 10 años al aire, el señor Azuela gira su cuello, pierde tensión.
Hacía tiempo que no pasábamos donde las suripantas vientrudas. Mi ventanilla es una composición callejera, justo en el centro un perro relame periódicos, ella trata de echarlo, taconea, manotea, finalmente grita y el perro sale de cuadro. Esperamos a un amigo.


02:00 a.m.

La cerradura se mece, quiero tocar el timbre, me retracto, vivo solo. La llave entra, yo también.


08:45 a.m.

46, 47, 48, 52 segundos orinando.


11:00 a.m.

Un bautizo. Estoy frente al padre Moisés, miro al niño con orgullo, el pequeño atiende la cúpula. La pila es algo grande para cualquier recién nacido. El padre Moisés levanta la mano, todos agachan la cabeza, voy por la canastilla y las monedas tratan de justificar algo impronunciable. Recoger limosna es un buen trabajo, siempre me ha gustado estar donde el dinero.


15:26 p.m.

133 pasos norte. Buche no, requesón no, arroz con huevo sería letal. Tacos bien sudados, picante, sudo la euforia de una noche farisea. La propina va al final, las calles son tan anchas, cualquier vecino a esa distancia lo llamo extranjero. Me enjuago la boca, anoche dije cosas muy sucias.



17:55 p.m.

El América remonta abrumante marcador. Tin-tán es un recuerdo, Mauricio me ataja con su séquito de amazonas, ¡arroooooz! Televisión es a distancia como microbús a peligro, bajé dos calles antes. Siempre he tenido la impresión de encontrar matones rondando el quicio.


20:00 p.m.

Los de Abajo enciende la luz.


23:15 p.m.

Enjuago el rastrillo, abundante crema, unas pantuflas. El señor Azuela no acepta propina. 12 pasos oriente 5 norte. La cocina es un lugar seguro, los olores del tomillo inhiben a los del sobaco, la canela adormece el eructo, los cuchillos repelen, el mantel protege, es aquí donde los recuerdos aciagos se endulzan instantáneamente.


23:45 p.m.

El teléfono respira profundo, riiiiing, inhala, riiiiing, exhala, riiiiiiing.
-¿Bueno? Aquí no vive José Alfredo. Adiós.


23:50 p.m.
Leche con miel.