Degustación

Por Genaro Oliveira.

Tirado, mas bien acostado en el amplio piso de la habitación. Habitación que pareciera reírse a cada respiro. Soñando que lo que pasaba era un simple sueño; que todo lo que salía de aquellas bocinas de ese aparato bastante viejo y destartalado era una mentira, que esa señal que el aparato recibía con tanta interferencia se debía a que el gancho que le servia de antena era demasiado inadecuado para este uso y por esto llegaba una mala frecuencia. Una frecuencia sucia, que a nadie podía gustar porque no se escuchaba clara, porque otras frecuencias de mayor rango la invadían de repente, porque su contenido era de dudosa fidelidad por el hecho de que nunca había escuchado una mención de ella en el trabajo ó de parte del viejo, que era asiduo radioescucha.
En fin, era una mala estación que no dejaba de hablar de cosas que en las otras estaciones radiofónicas no se hablaba, que no cesaba de pasar música bastante incomprensible en general para las personas decentes y de buen gusto. Era inconcebible que esta frecuencia estuviera sintonizada en la radio al encenderla, inconcebible realmente. Seguramente era una estación que se había colado en la banda y que estaba invadiendo parte de la estación que normalmente escuchaba.
Las horas pasaron y la estación no paraba en su contaminación del espacio radiofónico, pero era imposible cambiar la frecuencia, estaba demasiado borracho como para estar en pie y acomodar la antena y mover la sintonización.

Llegó Emiliano, abrió la puerta de la casa, entró y la cerró de nuevo, caminó hacia la cocina; atravesando el comedor y la sala que su madre compró con bastantes horas de trabajo, pasó por encima y brincando el cuerpo que estaba tendido en el piso de la sala despidiendo un olor nauseabundo a alcohol, orín y vomito. Entró en la cocina y encendió un cigarrillo con el quemador de la estufa. Regresó a la sala y tomo asiento en uno de los sillones. Observó con agrado que la radio estuviera encendida en la estación que había sintonizado el día anterior.