el pinacate

Qué me cuentas y otros cuentos...

viernes, noviembre 24, 2006

El Locotor

Por:Yowualosomatl
El Centro de Rehabilitación Social se encontraba en un terrible caos, todos los deficientes mentales corrían, gritaban, lloraban… durante horas los vigilantes y doctores –que eran pocos- trataban de controlar la situación. El causante de tal alboroto era Genaro, fichado con el número 1352, dotado de una mente increíble y de una esquizofrenia fatal. Hacía ya cuatro años que sus familiares lo habían ingresado, los psicólogos en un afán de someterlo, diagnosticaron su locura, convenciendo a su comunidad de que Genaro había perdido la chaveta y, que debía de ser sujeto a un centro para su posible cura.
Aquella noche, que era la revuelta, Genaro había tenido un sueño:
-Se encontraba dentro de su cuarto donde veía a sus demás camaradas dormidos, él se paraba y sigilosamente avanzaba hacia la salida, en ese momento levantó las manos y las observó por un instante, al bajarlas sentíase dotado de una fuerza sobrehumana, sentía que sus habilidades normales eran convertidas en poderosas armas, lo que más le sorprendía era que podía volar, volar en su sueño, volar a su libertad. Salía hacia el patio del manicomio, la luna era febril y pálida; corrió, se lanzó al aire y descubrió que una fresca brisa empapaba su cara, al volar escapaba del Centro, pasando la baranda de seguridad y desde arriba veía a los dos guardias metidos en sus vigilias nocturnas. Él vibraba de emoción ya que emprendía su viaje de regreso a sus albores de tranquilidad, tenía ganas de buscar a su familia, aunque por dentro rabiaba por la traición que le habían acaecido. Pasó cortando las nubes, viendo de veces unos hermosos cuervos plateados, debajo de él la ciudad iluminaba sus pupilas con su fervoroso latir luminoso, en su pecho experimentaba una reacción de felicidad, su corazón golpeteaba con fuerza. En un momento descendió, pisó el suelo y se introdujo en un edifico sucio, al parecer no se encontraba nadie más. Su habla estaba distorsionada en el momento en que preguntaba si alguien se encontraba; a lo lejos solo escuchó unos pasos y el cerrar de una puerta. Con temor siguió el sonido, flotó sobre las escaleras, vio una puerta de madera color salmón, la abrió con dificultad y dentro del cuarto encontró una cabina de radio y un hombre sentado que le daba la espalda. La cabina era estrecha, en ella habían varios aparatos que su mente no podían discernir, lo más usual y conocido para Genaro era un micrófono, una caja negra parecida a un transmisor, un teléfono y dos butacas, donde una estaba ocupada. Se abalanzó y dio un paso hacia delante, sus pies eran ligeros los podía mover con mucha facilidad. En sus movimientos, provocó que el hombre que estaba dándole la espalda volteara. Sintió una aprehensión cuando observó al tipo de enfrente, observó su negro cabello largo, su piel cobriza como el cacao, vestía una guayabera blanca, pantalón café y guaraches de suela de llanta, sus facciones las reconocía como indígenas, pero lo que más le aterraba eran sus fríos ojos de obsidiana penetrantes cual flecha enemiga; no recordaba haber visto nunca a ese individuo y menos en un sueño como ese. El individuo articulaba palabras pero Genaro no le entendía, de momento, el cobrizo se paró de su asiento, se acercó a Genaro y con ambas manos le golpeó fuertemente en las orejas, no sintió dolor Genaro, sino que su sentido del oído estaba despejado, podía escuchar con una perfección increíble. Genaro empezó a escuchar al hombre, comprendía cada palabra que le decía, sin embargo, sabía que no estaba hablando español, él podía comprender a este la lengua en la que le hablaba, pero no comprendía como. El hombre se acercó de nuevo a Genaro, colocó una mano enfrente de él a la altura de sus labios y Genaro sintió como si le jalaran la garganta hacia fuera, después de esto sentía su habla con mayor fluidez, pronunció una palabra y volvió a notar que no era español, pero lo entendía.
-Ya que me entiendes Genaro, empecemos- dijo el individuo- Rogelio es mi nombre y seré tu protector y guía.
-No comprendo- se sorprendió Genaro al sentir brotar estas palabras- ¿qué es lo que quieres decir?, ¿por qué llegué aquí?.
- Estás aquí por que tienes que enfrentar una misión, y lo que quiero es ser tu guía para que puedas cumplirla. Decía Rogelio con tranquilidad y soltura.
“¿Ves esta cabina de radio?, bueno tienes que informar a tu comunidad que no estás loco y que les protegerás de un pronto mal que caerá sobre sus habitantes, ¿quieres salvar a tu familia, verdad Genaro?”.
-Sí y no, aún les guardo rencor por su falta de amor y su incompetencia, siento tristeza al pensar sus acciones y el trato que recibí cuando me voltearon la tortilla.
El hombre introducía sus oscuros ojos en los pensamientos de Genaro, todo lo veía tan claro, tan real, que creía estar realmente fuera de aquel terrible lugar.
-Tu transmisión iniciará a las siete de la tarde de “ellos”, aunque en el sueño no hay tiempo, debes de ser tú quien invente ese lapso, ese momento preciso para otorgarles “cierta información”.
-Rogelio, explícame de una vez ¿qué es lo que está pasando?- Decía con desesperación Genaro.
- Bien, está bien, empecemos desde el principio, tienes que salvar a tu comunidad, corre grave riesgo de ser atacada, les tienes que dar un mensaje. Naturalmente te encuentras en un sueño, es por eso que pudiste volar y observar esos hermosos cuervos, esa es una señal de que tu misión debe ser propagada, es una puerta abierta para que esta empresa comience ya.
-¿Pero… entonces… eh?, ¿qué es lo que tengo que decir, hacer?, ¿cuál es el peligro que corre mi familia, mi comunidad?- Sus nervios atrapaban su inquietud y se hacía sonar más su voz, Genaro salía de sus casillas.
-Date cuenta que aquí estás “completamente sano”, es decir, ya no sufres esos delirios que te atormentaban durante las noches, eso es buena razón para seguir.
“Dos, ese mal lo descubres tú mismo, ya lo sabrás a su momento, el problema es la transmisión, que la tienes que comenzar lo antes posible…”.
-No sé cómo, explícame Rogelio, necesito saber todo lo antes posible.
-Ven Genaro, acércate, prende ese transmisor de onda onírica, sí ése que tiene un cerebro como ilustración. ¡Perfecto!, siéntate en la butaca y ahora enciende el micrófono, localiza por medio del transmisor la población de tu procedencia ¿ya?, bien, ahora abre ese paquete que está en esa bolsa roja.
Genaro abrió el paquete y vio que dentro había una mezcla extraña de hojas, tomó las que le dijo Rogelio, las preparó en forma de cigarrillo con unos papeles que venían también dentro del paquete, y encendió el cigarro, inmediatamente tuvo una terrible visión: su comunidad era prendida fuego, la gente corría desesperada y un ejército irrumpía sobre el pueblo, en frente de una pequeña resistencia se encontraba un hombre fuerte que yacía sangrado y tirado en el suelo, logró ver a su madre llorando a lo lejos y a su abuelo maldiciendo con coraje, logro verse a sí mismo matando a un soldado. Regresó a su encuentro y empezó a hablar sobre el micrófono.
-Pueblo humilde y valiente, pueblo hermano mío, soy Genaro Ulgana, ése mismo quien ustedes lo encerraron supuestamente por ser extraño, ahora les prevengo una catástrofe. Sé que están dormidos y están en contacto conmigo, pero quizá al amanecer un ejército terrible destruirá la aldea, violará a sus mujeres, matará a sus hijos y ancianos, capturará a sus jóvenes y degollarán su sabiduría, no sé las razones, pero sépase que tienen que huir los más indefensos y luchar los más aguerridos, vencerán con sabiduría y claridad, no teman que el temor es vano, y no sientan rencor cuando venzan, que el vencido es hombre también y sangra rojo. Junten sus sentimientos y forjen su libertad con esta declaración, este ensueño despertará sus más horribles corajes, pero quizá los salve de ser aprehendidos. Genaro Ulgana los saluda y lamenta no poder hacer más por ustedes, ya que me encuentro aherrojado por su temor a lo extraño. Les amo y pronto les veré.
Con lágrimas que quemaban sus mejillas Genaro terminó de hablar, volteó a su derecha buscando a Rogelio, que ya no estaba.
Al despertar Genaro notó que estaba solo, su claridad era la de siempre, le dolía la cabeza. Corrió hacia el comedor donde el Doctor Silva leía el periódico, Genaro se lo arrebató y huyó hacia el patio central, lo hojeó y al llegar a las páginas medias sus ojos desbordaban lágrimas, pues estaba observando una foto en donde un hombre de negros cabellos estaba tendido en el suelo sangrando y detrás de él las casas estaban prendidas fuego, su comunidad había sido sublevada. Dió un grito desgarrador, su mensaje no había sido escuchado.

13 de septiembre de 2005