el pinacate

Qué me cuentas y otros cuentos...

lunes, noviembre 27, 2006

Yaki

Por: El pichi.



De niños íbamos al rio de la piedad a jugar deslizándonos desde el borde hasta el agua con una lámina. Huérfanos de escuela, hijos de migrantes que la cristiana corrió de su tierra. Campo y libertad, hambre y felicidad.
Una vez terminados los trabajos asignados por los abuelos, los padres, tíos o hermanos mayores, la pipiolera corríamos como locos; unas veces íbamos a la calzada de la Piedad a jugar futbol con los árabes que fueron habitando los terrenos del pueblo de La Piedad, que tiempo después se llamo colonia Roma.. Otras a cortar verduras de los sembradíos cercanos, pero disfrutábamos más el rio (luego lo entubaron y hoy es el viaducto).
Aquella tarde, las sombras ya cubrían el rio, yo me había entretenido construyendo un cuenco para que la caída al agua fuera más estrepitosa y el chapuzón toda una delicia.
_ buki …buki_
Escuché hablar a alguien con palabras que no entendí.
_ buki…ayúdame… por favor _
Busqué en los alrededores, arriba, abajo, a lo lejos y nada. Acostumbrado a escuchar los ruidos que los chaneques hacen cundo arrastran lo que se roban, casi familiarizado a ver pasar a la llorona en sus dolorosos recorridos desde el rio hasta el centro de la ciudad gritándole a sus hijos perdidos. Y casi disfrutar las carreras del jinete sin cabeza que a diario corría por el borde del rio, tomaba la calzada de La Piedad y se perdía en la espesura de la noche. Caminé y atravesé el rio y recargado en un árbol vi a un hombre.
_ ¿ qué le pasa señor? _
_ Buki, ayúdame… me les escapé del tren a los pelones que nos llevaban a Valle Nacional…me les pelé y no paré desde San Lázaro hasta aquí _
_ ¿Valle Nacional… y eso qué es ¿ -
_Valle Nacional, donde llevan a los enemigos de don Porfírio-
_ ¿ Don Porfirio…Díaz?_
_ Si, don Porfirio Díaz pues-
_Pero… si don Porfirio, según me contó mi padre hace mucho que se murió_
_ Ah que buki camanchi ¿qué no estamos en 1908? _
_ No señor, estamos en 1938_
Ninguno de los dos entendimos el asunto. Yo, entre admirado y miedoso al ver a aquel hombre grande, colorado, de pelo largo ceñido por la frente con una cinta roja, las manos ampulosas, dedos gruesos, uñas negras tanto de manos y pies, tirado ahí, cansado, lastimadísimo y hablándome a cada frase en un idioma que el dijo ser yaqi.
_ Buki camanchi ¿me puedes llevar a papuchi hasta el pueblo?_
_ ¿un qué? _
_ si me puedes cargar_
_solo de a caballito_
Curtido en el trabajo como estaba, no me costó mucho llevarlo cargando, pero su olor era muy fuerte, olía a mugre, cebolla, a copal. Así como huelen los jornaleros durante su peregrinar.
_Buki kamanchi…¿ vives lejos?
_Aquí adelante, no tardamos mucho en llegar_
Descansé por tercera vez y en ese último intento llegue al caserío de adobe donde vivíamos mis padres, mis hermanos, tíos y primos. Mi padre tocaba el violín sentado en un banco rústico de madera, rodeado de amigos y familiares que se pasaban de mano en mano una botella de tequila, claro, después de darle un gran trago.
_Papá, encontré a este señor tirado allá por el rio_
_ A ver muchachito, venga para acá-
Dijo mi padre dejando de lado el violín y pidiendo la botella de tequila con ademanes de que era urgente. Sentó al colorado ( así comenzaron a llamar a mi amigo) le ofreció la botella de tequila y un cigarro, lo contempló, le dio una palmada en el hombro y tomó nuevamente el violín para seguir tocando. A mi padre le dicen el médico, no se por que, pero siempre que vienen enfermos, el les da tequila y un cigarro y al poco rato se curan y hasta se van cantando. A veces le mandan a hablar, el va. Regularmente los enfermos que el ve siempre están tirados en la calle. Llega, les levanta la camisa y en el ombligo le va vaciando tequila poco a poco. He visto como el tequila es absorbido. Unos minutos después, el enfermo se levanta, el les toma las quijadas como cuando a nosotros los niños nos dan el aceite de ricino y les da de tragar más tequila. Ellos comienzan a sudar, el les da un cigarro, los levanta y con una orden silenciosa les aconseja irse.
Cansado del trajín del día, dejé al colorado con mi padre. Muy en el fondo sabía que no podía estar mejor con nadie que no fuera mi padre. Me fui a dormir y como ya era tarde me acosté sin cenar.
Esa noche soñé algo extraño; veía al colorado hervir en una olla de de barro unos calzones de mujer con sangre de menstruación. Después, en un guaje, vertía el cocimiento y me lo tendía. Yo lo agarraba y le daba un gran trago.
_Mira buki kamanchi (el colorado estaba limpio y tenía un aspecto azuloso) todos los domingos, por hay de la tardecita, vas a ir al rio y ahí donde me encontraste te voy a dejar este regalo. solo tienes que tomarlo por las noches y nunca serás viejo_
_ Y ¿cuánto tiempo será eso?_ _ El tiempo que sea necesario buki kamanchi_
_ ¿y usted estará siempre aquí?_
_ No lo se…ni siquiera se si estoy aquí…si debería estar en otro lado, en otro tiempo, en otra hora, en otro día o en la tumba_
El colorado se despedía levantando la palma de la mano derecha a la altura de su cara, caminaba tres pasos hacia atrás, se daba vuelta para perderse completamente en la oscuridad.
Al otro día, con el movimiento de mi madre haciendo tortillas, la tos mañanera de perro de mi padre y los chillidos de mis hermanos, desperté. Voltee la cara y ahí, junto al petate, estaba el guaje que el colorado me ofreció en mi sueño. Corrí a esconderlo. Me dediqué a mis quehaceres olvidándome del asunto. En la tarde, cuando regresó mi padre del trabajo, le pregunté por el colorado. Solo me dijo _se fue_.
No se cuando he de morir. Según mis cuentas tengo 77 años, pero mi físico es de 35 o 40 años. Si mis cálculos son exactos, el guaje dejo de aparecer cuando entubaron el rio. Así que, cuando tenga 150 años moriré… creo.







JUEGO SIN FIN
El camino oscuro fue iluminado por la luna y en el pequeño claro de aquella selva de olivos me vi de frente con la cascabel.
Ella se sostenía en su cola y casi puedo asegurar (tuve mucho tiempo después para comprobarlo) que se frotaba unas manitas de chimpancé.
Voltee la cabeza buscando una horqueta. Era una víbora cascabel grande, de por lo menos 10 años, bien valía la pena matarla. La guitarra iba a agarrar un sonido fregón, metálico, vibrante
En mi desesperación por cazar la cascabel, no me di cuenta que el juego había comenzado

En la oscuridad uno podía transitar tranquilamente por el olivar. Las nubes eran el salvoconducto perfecto para atravesarlo sin contratiempo, incluso, aun si dejaban pasar la luz de la luna el camino era seguro.
Pero, si al ir uno caminando, las nubes abrían paso a la luz de la luna y ocasionalmente, uno se encontraba en aquel claro de frente con la víbora de cascabel, un tecolote o un tlacuache, algo mágico podía pasar.
La víbora te convierte en olivo, el tlacuache en planta de jojoba y el tecolote en ciprés.
El tlacuache, el tecolote y la cascabel, son tres chamanes y nahuales. Grandes chamanes y curanderos infalibles que siguen a su gente en su migración desde Oaxaca,( uno es triqui y el otro es mixteco) y uno más, que es el último recuerdo de las tribus Pericú y Laimón que habitaron la Baja California.
Por la imposibilidad de obtener hierbas, partes de animales, raíces y tierras para sus curaciones y rituales por la lejanía de su lugar de origen, optaron por crear una huerta en este lugar, pero tuvieron que compartirlo con el chamán Babiriacu, quien reclamó su territorio.
Pusieron reglas para el juego: en primer lugar, la huerta era de los tres mientras no hubiese un cautivo propio, la luna no recorriera el cielo y la gente se hubiera ido a otro lugar. El segundo punto, es que, cualquiera de los tres que encantara a un paseante, tenía la libertad de cosechar todo lo que quisiera, incluso hacer uso de los otros chamanes, como personas y sus transformaciones.
Una vez que se hace la recolección de hojas, patas, picos, raíces, fluidos, frutos y tierras, el hombre encantado retoma su aspecto original, el olivar desaparece y queda solamente, ante la vista de los campesinos que recorren ese camino, un campo arado, listo para ser sembrado. Todo esto, hasta el año siguiente.
Recobré la razón al instante en que vi la víbora de cascabel serpenteante esconderse detrás de un arbusto. Sería el miedo, la sorpresa o el desconocimiento de las reglas del juego, pero me di cuenta con una enorme angustia que todo yo era un viejo, retorcido y fructificante olivo. ¡sí, yo era un árbol de aceitunas!. Lloré por mi, por mis recuerdos y también por mis aceitunas. No entendía que había pasado, solo recordaba que buscaba una horqueta para cazar la víbora cuando, de repente, me encontré así como cuento.
Había entendido parte de este juego, pues llevo exactamente 20 años de participar en el, solo que no sabía porqué no había logrado la transformación que otros hombres logran. Repasé mil veces el juego, alteré los escenarios, los personajes, las posibilidades, pero había muchas cosas que no lograba entender, pues solo recobraba la conciencia cuando el juego comenzaba.
_ Buki kamanchi, quién me iba a decir que te encontraría aquí_
Escuché esa voz que me hablaba, como cuando en las mañanas, entre despierto y dormido, escuchas el radio e interactúas con el locutor que conduce algún programa. Vi al colorado sentado a la sombra, mejor dicho, a mi sombra, platicándome, contándome aventuras milenarias de épocas remotas e inverosímiles…_ cuando de repente, te encuentro aquí, enredado con esos locos y sus manías y convertido en olivo… No buki kamanchi, eso no está bien. No te di mi jugo para que lo desperdiciaras aquí sembrado… Voy a ver a Eugenio Casimiro, a Juan Gómez y a Babiriacu, ellos me dirán que hacer_
Mi amigo el colorado desapareció, yo quedé sumergido en un sopor de sueño infantil que fue interrumpido por la presencia inusitada de los tres nahuales. Me desplomé, para enseguida levantar la cabeza y encontrarme convertido nuevamente en persona.
_ Buki kamanchi… el juego en el que te metiste no ha acabado, ¿quieres seguir en el o hasta aquí lo dejas?_
_ pero que juego, solamente sembrado me la pasé 20 años_
_eso es parte de este juego, lo que sigue es más interesante_
_ No colorado, no más juego-
_ No más juego pues, no más juego_
El colorado me palmeó la espalda, buscó dentro de su morral y sacó un radiecito de pilas, lo encendió, sintonizó una estación que emitía música ranchera. Comenzó a caminar, se detuvo después de dos pasos, dio la vuelta y me dijo.
_ Buki kamanchi, yo cumplí con mi encargo, tu nunca volviste por el jugo y como ya no te lo tomaste, hoy tienes 45 años y vas para viejo_
En ese momento se me agolparon miles de preguntas en la garganta, miles de incógnitas, miles de dudas…el tomó su radiecito, accionó el volumen y del radio salió una canción, inaccesible para mi, pero que me hizo comprender, dolorosamente, que nunca volvería a ver al colorado… ¿o si?

Trigueñita hermosa
Tutulikayotu kaposehuata
Venasejiva ehuelama
Inepointulichi
Enchivacilaroa
Anchienamoraracua
Nihuelama

yokomatzuko
ilichienjupone yetza bankota
netyetze zayhuateko….

FIN