el pinacate

Qué me cuentas y otros cuentos...

lunes, noviembre 27, 2006

Y escuché nombrar a Borges

Por: Bandaoriental

A la una de la tarde la voz de Omar De Feo nos ponía al tanto, en media hora, de todo lo que pasaba en el Uruguay y en el mundo. Bueno; en el mundo a secas, porque, después de todo, el Uruguay también está encima de él. Era el tradicional Radioinformativo Carve de la hora 13.
Se sucedía casi un rito. La radio, un habitante más de la casa, acompañaba sin impedir que cada cual siguiera haciendo lo que tuviera que hacer.
Épocas en que la Mujer, por lo general se quedaba en casa. Y no era que la Mujer se quedaba en la casa porque no trabajaba. Por el contrario; a las tareas comunes y no pocas del hogar, se le agregaban extras.
En mi caso, mejor dicho el de mi madre, se le sumaban las agujas de tejer y el pedal de la máquina de coser.
De ese rito radial, también participaba el adolescente que era yo con mis catorce años, a esa hora ya vuelto de un liceo que por entonces sólo tenía actividad por la mañana.
El noticiero servía, aunque suene contradictorio, de aperitivo auditivo de sobremesa. Rigurosamente se almorzaba a las 12 —el viejo, a la una, tenía que estar de vuelta en la ladrillera— aunque estoy seguro de no equivocarme si digo que, fueran cuales fueran los oficios, permitían que esa como otras costumbres se cumplieran en horario con regularidad. El ritmo de la vida era otro.
A no irnos de tema porque apenas el informativista terminaba el cóctel de noticias con una pizca de: Renuncia de ministro, sin azúcar, porque escaseaba y se vendía racionada; una gota de precios de las entradas para el próximo clásico en el Centenario; sacudido por un tal Lubumba y un Congo belga que quería ser independiente y, el toque final, que no era una cereza precisamente. Aquella frase que, a cada cierre del informativo, sonaba como una letanía: “Continúa clausurada Radio Stentor de Asunción, Paraguay”, enseguida llegaba el Radioteatro.
La Lyon —esa era la marca de aquella caja parlante de mi casa— quedaba pronta para recibir un nuevo capítulo.
Curiosamente y nada más que como acotación al margen, el aparato en su forma no era de las tan populares modelo capilla sino que, para definir su porte físico, puedo decir que era rectangular o, mejor, para precisarlo correctamente en términos geométricos: paralelepípedo recto, aunque con los extremos delanteros superiores redondeados y que, en un período de la vida donde no era común estar pendientes de decibeles, potencias, baffles y no sé cuántas cosas más, desde su caparazón de madera sonaba como los dioses.
A través de esa Lyon la voz de don Carlos Solé me hizo vivir lo que para mi, fue una de las conquistas más grandes del fútbol uruguayo. Ojo; y aclaro antes, soy “bolso”(1) pero, lo que es, es, y no hay tu tía.
Se jugaba, en el estadio Nacional de Chile, en tercer y definitivo partido entre Peñarol y River argentino, la final de la Libertadores del año ’66. Cada uno había ganado como local. Ya que estoy, digo que si no me equivoco, fue también la vez que, cuando jugaron en Núñez, Peñarol casi llega tarde al partido porque el ómnibus que lo tenía que llevar hasta el Monumental —se comentó que de ex profeso— no fue a la hora convenida y los jugadores y el resto de la delegación, se las tuvieron que arreglar como pudieron, contra reloj, viajando en taxi.
Pero ya estábamos en la noche de Santiago. La voz de don Carlos Solé decía a través “de las ondas de CX 8 Radio Sarandi y la cadena de emisoras debidamente autorizadas para tomar éstas narraciones” que River ganaba 2 a 0. Los de la franja roja se floreaban. Amadeo Carriso, el arquero argentino, agrandado, fanfarroneaba parando la pelota con el pecho.
La cuestión es que cuando el árbitro pitó el final del partido, la cosa estaba 2 a 2 y había alargue.
Si no recurro a las crónicas de la época o a algunos apuntes históricos, con sinceridad no me acuerdo de quienes hicieron los goles. Recuerdo lo global aunque, vaya paradoja, sí puedo recitar de memoria la integración de Peñarol: Mazurkiewikz, Lezcano y Varela; Forlán, Goncálvez y...,. Es que por aquel entonces, los equipos jugaban temporadas enteras con los mismos jugadores. Las variantes eran mínimas aunque, a decir verdad, me parece que esa vez jugó Nelson Díaz por el paraguayo Lezcano.
No era como ahora que, partido a partido, entran poco menos que once diferentes y hay quienes ni siquiera terminan un campeonato en un mismo club porque los venden antes.
El asunto fue que se vino el alargue y, de ahí para adelante, fue todo de Peñarol. Los aurinegros terminaron ganando 4 a 2. El último gol, de ese sí me acuerdo, fue de Pedro Virgilio Rocha, de cabeza. También me acuerdo clarito, cuando la carrasposa voz de Solé, desde más allá de los Andes, después del cuarto gol de Peñarol, redondeaba su relato diciendo, palabras más, palabras menos: “Está ganado este campeonato. Y ganado, si ustedes me permiten esta expresión poco académica, ganado a lo macho!”
Dicen que los hinchas de Peñarol le cantaban al arquero de River: “Amadeo, Amadeo, ¿dónde está que no te veo?”
Alguien podrá decirme: ¿Y la del 50’ en Maracaná?
Es que yo no era nacido, aunque haya quien piense lo contrario. Y antes que también me lo recriminen, de aquel famoso partido contra Hungría en el ’54, tampoco me acuerdo porque era muy chiquito.
Después hubo algunos otros. También de Nacional. Se vino la tele. Y la propia edad que nos hace regular todo de otra manera. En fin...
Pero, qué tanto, si esta no es una crónica deportiva y teníamos sintonizada la radio para escuchar “la novela”, tal cual se la definía genéricamente sin distingos de estilos o formas teatrales—literarias. La que hacía agudizar la imaginación retratando en nuestras fantasías los rostros de las damitas y los galanes. Sólo la voz y los efectos especiales hacían vibrar hasta las lágrimas a más de uno. Así transitaban por distintos puntos del dial; espadachines, gauchos matreros, malevos, personajes célebres, piratas, detectives, príncipes, ciudadanos acaudalados y muchachitas humildes. Y entre choques de espadas o facones, a punta de pistola o con una simple llamada telefónica, se secuestraba a la princesa, se robaba el botín, se defendía a la paisanita, se creaba la intriga o se declaraba el amor.
Peleas encarnizadas, galopes de caballos, pasos misteriosos, cartas enigmáticas, besos apasionados.
Besos... a los que cada cual imaginaba a su manera. Eso sí, siempre fogosos.
El “Te amo” de la estrellita de turno o el galán, era suficiente preámbulo para darle pie al narrador que, al compás de la música de fondo, se encargaba de adornar con lujo de detalles, la escena del abrazo apretado, la caricia ardiente y el encuentro esperado de los labios, que hacían erizar a los escuchas hasta el rubor, mientras y según fuera la hora, las agujas de tejer, la escoba, el pedal de la máquina de coser o el secador de vajilla —que no era automático sino un simple repasador de tela con el dibujo de unas tajadas de sandía— quedaban brevemente suspendidos, hasta que la voz del presentador rompía el hechizo avisando que el capítulo: “Continuará mañana”.
Las mismas “novelas” que, con el girar de la perilla, hacían que a lo largo de tarde y noche, se fuera cruzando, simbólicamente, el río de la Plata. Dada a la privilegiada ubicación geográfica de mi pueblo que permitía captar a las emisoras sin ninguna dificultad, del capítulo de turno en una radio uruguaya se pasaba al “a ver cómo sigue la de radio tal de Buenos Aires”. Y así sucesivamente.
Los radioteatros eran parte importante de las programación de las radiodifusoras o broadkastings como todavía se les solía definir por aquel entonces.
¡Qué sorpresa cuando en alguna revista, aparecían los rostros de quienes eran estrellas de la radio! Por lo general la realidad nunca coincidía con los que, a través de la voz, habían sido imaginados.
Siempre, en el primer impacto, había cierta desilusión.
—¡Ay, mirá! Yo me lo imaginaba más “churro”. — dicho con un tono de por qué diablos se me atravesó esta revista y una mueca de ojalá nunca le hubiera visto la cara.
La imaginación...
Aunque nunca faltaba la veterana que, justamente por tener más años, ya tenía más o menos imaginadas todas las caras o no tenía demasiada imaginación o cualquier cosa le parecía lindo, que retrucaba: —Nena, la verdad que es buen mozo. Tal vez en la casa, no le impostaban la voz para decirle: —Mamarrachito mío.
“La novela”. La que también un día quedó con el capítulo sin emitir. La triste realidad superaba a la ficción.
Una banda de pistoleros había robado en Argentina “una cuantiosa suma huyendo para el Uruguay, donde también han perpetrado sangrientas tropelías”.
Tres de los cuatro malvivientes, se habían atrincherado en un apartamento del edificio Liberaij de Montevideo.
Sí, esos mismos por los que en la garganta del “Canario” Luna, pregunta Jaime Ross en su Brindis por Pierrot: “Qué será de los porteños/ ocupando el Liberaij/ la,la,lara,la,la,la,la/ lara,la,la,la,la,la,la...” y que después fueron llevados al cine en “Plata quemada”, la película basada en el libro de Piglia.
Por entonces no se estilaban los equipos móviles como ahora en que los medios trasmiten desde exteriores a cada rato y por cualquier cosa, pero el hecho ameritaba la continuidad informativa. La obligación periodística hacía que estuviera allí donde la policía se batía a balazos con los rufianes atrincherados. El informativo se extendía. La programación se alteraba. Fue en noviembre del ’65. Dieciséis horas duró el episodio real que hizo que por esta vez, “la novela” quedara a un costado. Estas balas no sonaban haciendo chocar dos tablas, artilugio al que apelaban los encargados del sonomontaje y efectos especiales de los radioteatros. Estas eran de verdad. Y los muertos también.
Entre la ficción y la realidad, adonde he ido a parar con mi cháchara. Sí yo apenas quería comentar de la primera vez que escuché nombrar a Borges.
A ver; sintonicemos mejor y pongamos atención al anuncio: “Después del Radio-informativo Carve de las 13, no se pierda la actuación estelar de Juan Casanova y Violeta Ortiz, en un nuevo capítulo de la versión radiofónica basada en la obra de Jorge Luis Borges, El hombre de la esquina rosada”.

(1) Bolso: Término con el que en el Uruguay se califica a los parciales del Club Nacional de Fútbol, rival clásico del C. A. Peñarol.


Wandolar, el de la voz de terciopelo

Por: CAORSE

Ahí, sin más razón que presumir su voz, comenzó a hablar y a poner canciones en el tocadiscos como si estuviera en la cabina de la radio. Los hombres apenas si lo volteamos a ver, pero Rosa Mapacha y Rosa Lucas no le quitaban los ojos de encima y lo escuchaban embelesadas. ¡Qué coraje me dio!, pues las Rosas luego luego de ofrecidas hasta una botella de aguardiente le invitaron, cuando a mí, que me decían que era su mejor cliente, ni una cerveza me fiaban. Como se rieron de mí el Piteco y el Gordo Gelo y hasta burla me hicieron que las Rosas me hubieran cambiado por otro gallo.
Maldito locutor de segunda, desde su llegada al pueblo puros problemas me había ocasionado. Ya ni la Evangelina Chichistiesas me quería hacer caso, dizque porque no era tierno y cariñoso como él, ni tengo voz aterciopelada.
Por eso cuando lo dejaron sin su fuerza y comenzó a cambiarle la voz, hasta me emborraché del puro gusto.
No es que le tuviera envidia, pero, ¡coño!, lo trataban como si fuera mi mero idolazo Pedro Infante, nomás porque era locutor de radio. ¡Ni que fuera artista! Eso sí, a las diez de la mañana estaban todas pegadas a la radio para escuchar su voz dizque varonil diciendo: “XEGF, Radio Fiesta, en el 7-40 de su radio, transmitiendo con 740 kilohertz de amplitud modulada desde Tecolutla, Veracruz, la perla del Golfo. Les saluda su amigo Wandolar Siempreviva y esto es... complacencias musicales. Bueno, sí, quién llama...” Y ahí estaban todas mandándole saludos y dedicándole canciones. Viejas pendejas, si el programa era para que le dedicáramos canciones a alguna amiga, novia o a quien tuviéramos gusto, pues; no para que le estuvieran mandando saludos las dos pinches horas de las “complacencias musicales”. Uno quería hablar para dedicar una canción y nunca podía porque siempre estaba el teléfono ocupado. Por eso que bueno que le pasó lo que le pasó.
Una noche coincidimos en el Triángulo de las Bramudas y con tres copas que se había echado entre pecho y espalda, presumía a gritos que en toda la pinche región no había ningún mendigo locutor que tuviera su voz y mucho menos lo que le colgaba en medio de las piernas. Ganas me daban de pararme de la silla y darle sus madrazos por hablador, pero nadie pudo demostrarle lo contrario, pues Rosa Mapacha dijo con seriedad que Wandolar encuerado se parecía al tripie que usa Nahu para sostener la cámara con que retrata novias y quinceañeras.
¡Ah como me caía gordo escucharlo!, pero lo que sea de cada quien ponía buena música en sus dos horas de “complacencias musicales”. Yo un día le dediqué “Luces de Nueva York” a la Tomasona Cruz y ya me andaban golpeando sus hermanos, dizque por difamación de honor. ¡Qué abusivos!, como si no se supiera en el pueblo de los andares de la Tomasona. El Cañasmiadas dice que a él lo trataba como rey y hasta le regalaba las cervezas. Vieja gorda, desde que la dejó el Torcuilo anda más ganosa que las solteronas Ferral. Yo creo que fue ella la culpable de la desgracia de Wandolar, pues junto con doña Aniv de la Rev Saqui organizó el “club de admiradoras de Wandolar Siempreviva, el de la voz de terciopelo”.
Wandolar se dejaba querer y en la calle se pavoneaba más que los guajolotes que cría doña Petra Salas. Ni él se la creía, qué iba de su oficio de carnicero a locutor de radio, pero como el sueldo que ganaba en la radio todavía no le ajustaba para cumplir con todos los compromisos que le exigía la fama, por la tarde atendía a regañadientes su carnicería. Doña Marije, su mujer, nomás lo miraba cuando despachaba lomo o diezmillo porque las muchachas de merecer hasta hacían cola aunque fueran sólo por medio kilo de bisteces.
Yo de puro coraje me volví vegetariano con tal de no comprarle ni diez gramos de carne porque Rosa Mapacha apenas si me saludaba y Rosa Lucas no paraba de hablar de Wandolar. Y cómo no, si les invitaba el trago, pagaba la música y las llevaba a pasear en lancha por el río y los esteros, antes de terminar en el hotel de Nasta, la que renta camas muy calientes y cobijadas.
Algunas solteras que por ahí andaban y varias casadas, pero malqueridas, le hicieron mucha propaganda. Dizque era mejor que el toro semental que mantiene contentas a las vacas de Chema Tamales, traía dinero en todas las bolsas, conversaba con voz como de Antonio Badú y no se rascaba los güevos delante de los demás. Su fama era tan buena que la madre Altagracia se santiguaba cada vez que lo veía venir y se cambiaba de acera, pues se decía que quien pisaba su sombra le salían sabañones y hongos en las uñas.
Tito Sivilino, el brujo de la Cantarranas -que trae un pleito a muerte con La Maestra porque en eso de las sesiones espiritistas le baja los clientes-, cuenta que lo que perjudicó a Wandolar fue una maldición, pero La Maestra dice que lo perdió su fama. Doña Marije poco tardó en saber de las andanzas de su marido en El Triángulo de las Bramudas, pero la bilis se le encaramó a los ojos cuando se enteró que se carcajeaba de ella una güera de pelo oxigenado y pechos de silicón, a la que su marido le dedicó desde la radio “Mamí me gustó” de Arsenio Rodríguez y llevaba todos los domingos a pasear en lancha. Y es que se cuenta que Wandolar ya no daba gasto sexual en su casa, andaba regalándolo en la calle como si fuera limosna.
“Ni una vieja más, me entendiste”, “ni una vieja más” –dicen que le gritó la noche de la desgracia. Pero Wandolar estaba engreído con su suerte y no hacía más que reírse. Cabrón Wandolar, con lo buena que está su vieja. Cierto que tiene pechos pequeños pero las piernas no se le quejan de varices. Pero la vida es así de dispareja y mal untada.
Sirle Ragazzo dice que fue el Padre Filemón el que la aconsejó, porque después de confesarse, a doña Marije le brillaban los ojos de la misma forma que a Yolanda La Loca cuando no toma su medicina.
El Cañasmiadas me contó después que el Padre Filemón estaba celoso de Wandolar porque hasta la beata doña Carolina hablaba entusiasmada de él.
Dominga Tassinari comentó el otro día en la cola para las tortillas, que el día de la desgracia fue a la carnicería de Wandolar a comprar un kilo de bisteces -de los suavecitos porque a Israel, su esposo, luego se le atoran los pellejos en el cogote y le da por ahogarse-, y encontró a doña Marije muy pensativa y afilando los cuchillos en el esmeril. La hoja del cuchillo brillaba de filosa, pero la señora, con la mirada fija, no dejaba de afilarlo.
Pobre Wandolar, nunca se imaginó terminar así. Lo que pasa es que el alcohol le dio la puntilla. Bebía peor que mi compadre Emilio Cecenes. Y no de vaso en vaso, sino de botella en botella.
Yo creo que el aguardiente de caña sí hace efecto. Porque si no hiciera, Wandolar se hubiera dado cuenta desde el momento en que se la agarraron para estirársela. Esa madrugada, copetiado de aguardiente, ni siquiera escuchó la música de “Herido de sombras” que tocaba la radio, mientras doña Marije con el cuchillo carnicero se vengaba de tantos agravios. Wandolar despertó bruscamente cuando ya su virilidad brincaba como pez en medio de un charco de sangre y se puso a gritar como loco. El doctor Homero tuvo que costurarlo en punto de cruz para que no se vaciara y recetarle tres botellas de suero.
Doña Marije se asustó por lo que había hecho, pero más con la turba de mujeres desheredadas que esperaban afuera de su casa para lincharla y sólo la intervención de la policía evitó una desgracia mayor.
El doctor Homero lo alivió en menos de un mes. Y desde el primer día que salió, las risitas disimuladas a su paso. Al principio Wandolar y doña Marije lo tomaron con calma y resignación, pero fue imposible soportar tanta desolación, pues de la virilidad triunfadora de tantas húmedas batallas, apenas quedó una fuentecita de sal. Nada para nadie. Ni pa’ las otras, que eran muchas, ni pa’ la que había firmado ante el juez de lo civil.
Cuando lo vi pasar con su maleta, supe que se iba para siempre del pueblo. El doctor Homero platicó en el billar que Wandolar iba cómplice de los del otro bando, pues ya se le andaba adelgazando la voz y a Chabela, la abonera, le había comprado media docena de calzones color de rosa.
Doña Marije anda en busca de otro gallo porque ya son muchos días de sequía. Ayer que pase por su carnicería hasta un kilo de lomo me quería regalar. Yo le dije que hace rato que soy vegetariano y nomás se rió de mí. Pinche vieja, por mí que se quede con las ganas, no tengo el menor deseo de suplir al amigo Wandolar, no vaya ser que en un arranque de celos quiera vender el kilo de filete a precio de aguayón, y menos ahora, que ando con ganas de chambear en la Radio esa, la de las “complacencias musicales”...

¿Vivir?

Por: ANGELFLY8001

-No puede ser otra vez, la chica con la que quería tiene novio, pero yo tuve la culpa por no decirle antes, tengo ganas de pegarme un tiro en la cabeza, además creo que era imposible que una chica como ella se fijara en alguien como yo, nuevamente mi sueño siguió siendo eso, solo un sueño, pero ni hablar es hora de comenzar con el programa.
-Y estas al aire.
-Buenas noches, estamos aquí nuevamente en su programa favorito de radio, yo soy Angel, y recuerden que a veces no deberíamos levantarnos de nuestras camas, porque realmente no hay nada mejor que soñar, pero bueno, creo tenemos la llamada de un joven que nos quiere contar algo así que adelante amigo.
-Si hola, he no se como empezar a relatar mi historia, bueno mi nombre es Ulises, y lo que voy a contar me sucedió hace escasos dos días, todo comenzó en una mañana común y corriente en mi vida, pero algo raro estaba apunto de iniciar algo que cambiaria mi percepción sobre la vida algo que aun no puedo explicar, que no puedo comprender. Mis padres se acababan de divorciar lo cual me hacia sentirme muy triste, pero creo que fue la mejor decisión que pudo haber tomado mi madre ya que recuerdo que desde pequeño yo veía llegar a mi padre borracho y cuando mi mamá le preguntaba donde había ido el no le respondía y solo la golpeaba, incluso recuerdo que una vez llego al extremo de pegarle con la botella de tequila que traía en la mano, pero traer todos esos recuerdos a mi mente me pone muy triste, además, no se por que motivo me duele la cabeza, es un dolor insoportable , pero seguiré contándoles mi historia, ayer acompañe a mi mamá al doctor por que tenia un fuerte dolor en el vientre ya desde hace mucho tiempo, pero como mi padre no la dejaba que fuera a ver un medico no se había atendido con anterioridad, lo ultimo que recuerdo de ella es como entro al consultorio pero ya no salio, yo la espere ahí sentado donde ella me había dicho, la espere no recuerdo bien cuanto tiempo creo que fueron cinco, no tal vez, fueron siete horas, pero no me quería mover ya que si la esperaba ahí donde ella me había dicho ella regresaría, además no la quería que se enojara sino al contrario que se pusiera feliz por tener aun hijo tan obediente, de pronto una enfermera salio y me dijo que mi madre había fallecido, no se por que motivo no pregunte ¿Por qué? o ¿de que? solo salí del hospital y me dirigí a mi casa, me sentía triste angustiado solo pasaba una idea por mi cabeza “que mi padre había tenido la culpa de su muerte y que el dolor que sentía en mi interior iba a desaparecer cuando hiciera que aquel hombre pagara por todo aquel sufrimiento que le había causado a mi madre”, que equivocado estaba.
Recuerdo que esa noche me dirigí a su casa yo traía algo en la bolsa de mi pantalón no recuerdo bien en este momento que era, pero entre a su casa él estaba tirado en el suelo borracho, recuerdo bien su mirada, su mirada estaba llena de tristeza de arrepentimiento incluso recuerdo bien que tenía lagrimas en sus ojos, pero algo me impulso a sacar lo que traía en la bolsa, era una pistola, apreté el gatillo, se escucharon tres disparos, después de eso mi mente se nublo, no recuerdo muy bien lo siguiente, solo recuerdo que había mucha gente alrededor del cuerpo de mi padre, afortunadamente a mi no me vieron estaba escondido dentro del armario, también en mi memoria están las palabras de un hombre vestido blanco, que le decía a uno de los policías que solo había dos balas en el cuerpo de mi padre, es curioso yo recuerdo haber apretado el gatillo tres veces tal vez habré fallado algún tiro no lo recuerdo bien, solo sé que después de eso comencé a sentir este dolor en mi cabeza, después de ese instante sentí el cambio de la percepción de la vida que les había comentado en un principio, no se creo que ahora entiendo un poco mejor sobre la vida. La vida es como una estrella fugas, que solo dura un instante, que no se puede repetir, que no se puede cambiar nada una vez hecho, pero que se puede hacer cualquier cosa que uno se proponga, que no existen las cosas difíciles, solo existen pensamientos negativos que hacen que parezcan difícil e incluso imposibles de alcanzar, la vida esta hecha de sueños, de sueños realizados, de sueños que no pudimos cumplir, no por que no hayamos querido, si no por el simple hecho de que no pudimos encontrar la forma de cómo hacerlos realidad, incluso, cuando la llegamos a encontrar nos damos cuenta que la teníamos enfrente de nosotros, pero es demasiado tarde, por que irónicamente cuando nos damos cuenta de lo que es en verdad la vida es cuando ya no la tenemos. Justo en este momento pasan todos los recuerdos de mi vida en mi cabeza, aunque la mayoría de mis recuerdos son tristes, no me arrepiento de haber tenido esta vida ya que también tuve momentos felices y esos son los momentos que realmente valen la pena en la vida de cualquier persona, por ese motivo hay que luchar por alcanzar la felicidad en cualquier momento de nuestra vida, aunque esta se vea inalcanzable, nunca podemos dejar de buscarla. Pero bueno mejor me despido ya que mi mama me esta hablando y no quiero hacerla enojar.
-…Bueno no se que decir, tal vez fue una broma o tal vez solo es un recordatorio que alguien nos da, para empezar a vivir ahora y olvidarnos un poco del pasado, de borrar de nuestra memoria las cosas que no hicimos y empezar a luchar por las cosas que aún podemos hacer, ya que no estamos seguros de cuanto tiempo disponemos para hacerlas, y recordemos que vivir es bueno y soñar es mejor, pero claro lo mejor de todo es el despertar y darnos cuenta que tenemos una oportunidad más para ser feliz, con esto me despido no porque no haya mas que decir, sino solo porque esto llego a su fin, buenas noches.



Una mirada cualquiera

Por: Leonardo Alba
Esa mañana desperté en la penumbra de un misterioso extravío. Salí del féretro inmaterial que resguardó mi sueño por más de mil años. Una vez afuera, caí súbitamente al cieno espeso que rodeaba la morada fiel de mi enfermedad gris; este era tan pesado que parecía no dejarme ir y amenazaba con asfixiarme. Lo único que podía sentir era un inmenso cansancio, como cuando, a obscuras la conciencia, la luz frívola ciega los sentidos. Intentando arrastrarme, sin poder salir de mi nuevo catafalco de lodo, cerré pesadamente los ojos intentando recordar.
El cielo era violeta sombrío…

Fue cuando evoqué frente a mí todas las vidas que había pasado en otros niveles del Mundo. Lejanas épocas inmersas en una lenta confusión. Visiones dolorosas; espléndidos veranos ebrios de juventud, la suavidad del mar; fulgores de perdición y violencia; una sensación distante y profunda. Como en todas mis visiones, volvía a observar ese rostro angélico tan hermosamente conocido, pero del cual nunca podía traer hacia mí el recuerdo de quién era Ella, cómo la conocí .
La imagen del semblante se fue desvaneciendo en una luminosa niebla y ya sólo retenía su mirada, perdida después entre cientos de alucinaciones y espejismos.

¿Qué es el tiempo en este rincón último y olvidado de una dimensión inexacta?
Finalmente abrí los ojos; todo había desaparecido, el fango, el féretro y el cansancio. Comencé a caminar sin rumbo a través del polvo del páramo desierto. Cada paso era distinto; esos caminos y el mismo firmamento iluminado que me vio nacer, se movían vertiginosamente haciendo que mis pasos, cada vez más torpes, se volvieran imposibles.
Detenido en el vórtice de mi absurdamente desconocida misión , tuve una vívida explicación de mi extraño renacimiento: estaba en este remoto mundo para encontrarla a Ella, profetisa rebelde de otra dimensión. Prófuga de su personal inevitabilidad, se escondió en esta frontera desolada del cosmos. Era suyo el rostro que entre delirios miraba; yo no podía recordar su nombre.

Viajero por estos muertos senderos de cristales rotos, adopté la forma y la mirada de un reptil sin nombre; creí entonces haberme convertido en el ser más hermoso de todo la gran esfera de los destinos, abordando una amapola.
Como una violenta tormenta que estremece al cielo, así se conmovió mi al mi alma al verme reflejado en el agua negra y calma que rodeaba la pequeña flor en que me hallaba suspendido. Perturbado por la escena, volví a mirarme en el absorto océano y pude ver mi rostro sin forma; no podía distinguir mi desfigurada silueta de aquel obscurecido horizonte. Descubrí entonces que había extraviado mi verdadero cuerpo; sentí una gran tristeza.

Un vuelco de estación. Una suave bruma invadió el infinito espacio que recorría, cubriéndolo todo. Sólo se podían percibir los casuales y extenuados distantes brillos las luciérnagas azules, perdidas entre el denso aliento de los siglos. Largo es el viaje a través de la vastedad del tiempo; más de lo que hubiera imaginado.
Y esa mirada, el recuerdo transitaba incesantemente dentro de mí hasta que llegó a inquietarme. Supe entonces que Ella me había encontrado entre el vacío, a través de las sombras sintió mi presencia; me estaba llamando. Faltaba poco ya para llegar a donde ella.

Divagaba perdido entre mis reflexiones de eternidad y desasosiego, cuando de pronto, la tétrica voz profunda de la fantasía estalló sobre el mundo volviéndolo inestable y lenticular. Fui arrojado lejos de la flor en que viajaba hasta caer de espaldas bajo una cúpula dorada que era invadida por luces alucinatorias y una oleada de fantasmas y ecos infinitos, supuestamente aterradores. Ideas confusas me atacaban: ¿Cuál era el camino hacia la verdad de la inocente perdición? Tú no lo conoces, es el vertebrado consuelo de la ceniza que restaura por la virgen siempre esperanza del misterio… miles de palabras escuchaba.
Era Ella tratando de destruirme, de volverme loco para que no cumpliera yo con su destino.
-¿Crees que así vas a detenerme? – grité, sabiendo que me escuchaba- ¿Tú piensas que…?
No, yo vengo desde más allá de la demencia, estoy más allá. Vengo por ti y voy a llevarte de una o de otra forma…
Al levantarme, pude ver el cercano extremo del lago de piedra bajo la bóveda amarillenta; ahí estaba el camino que conducía hacia Ella. Descendí por los escalones casi líquidos, hasta llegar, en lo profundo del suelo, al gran salón de mármol en el cual la encontré levitando, dándome la espalda. Sofía, ahora su nombre oculto en las profecías ignotas me iba siendo lentamente revelado mientras la observaba, mientras me acercaba tambaleante.
Una brisa cálida besaba la aurora de su cuerpo joven…
-Soy la muerte -le dije levantando los brazos- la inevitabilidad de todo lo viviente.
Crucé muchos firmamentos a través de los mundos del tiempo y el espacio para hallarte. Te busqué en los fascinantes reinos de Hipnos, desorientado entre los laberintos del sueño y la realidad. Y hoy, estamos aquí finalmente. ¡La hora ha llegado!
Sofía se dio la vuelta para mirarme de frente. Era muy distinta a la de mis recuerdos.
-Sé quien eres –respondió con la voz quebrada sin abrir siquiera la boca.
Después retrocedió unos pasos, sus ojos verdes se llenaron de horror; hizo un movimiento raro intentando huir, pero yo sólo la abracé con fuerza y caímos al vacío de una abertura abismal que había en el centro del salón. Un extraño violento temblor sacudió nuestros cuerpos.
Una breve confusión en mi mente, una laguna oscura en mi memoria. Eso fue todo.
Después, ya con su alma en mis brazos, nos fuimos volando juntos hacia el manto celeste; envueltos en la poderosa calma de volver a casa…

Ciudad de México, fecha desconocida:
¡Buenas tardes!
Bienvenidos a su noticiero “Radio central”, transmitiendo en vivo en el 108.1 de su F. M.
Comenzamos con la información: cerca de la media noche de ayer, un hombre y una mujer aun no identificados, de aproximadamente 24 años de edad, perdieron la vida al caer ambos a las vías del Metro en la estación Insurgentes de la línea 1, muriendo electrocutados. De acuerdo con los testigos, el sujeto, probablemente bajo el influjo de las drogas, comenzó a gritar algunas cosas y después arremetió contra la mujer que se encontraba cerca de la orilla del anden. Se siguen investigando los detalles de este hecho lamentable.
En otras noticias …






“ Un ocaso sin sentido”

Por: Artemisa y Kronos

__… dejé caer el cuchillo mientras me preguntaba si aun seguía vivo…__

Apresurada baja las escaleras mientras trata de acomodarse la larga cabellera castaña. Casi siempre luce recogida. En esta ocasión a falta de tiempo la melena baila al compás de un viento ligero y nocturno.

Los semáforos en rojo no ayudan en mucho a Livia, quien prende y apaga la radio de su coche para controlar el estrés de una noche que apenas empieza.
Logra despejarse un poco. Enciende un cigarrillo. Se lo lleva a la boca. La mano temblorosa muestra una inestabilidad contagiosa, incluso anormal. La calle traficada y húmeda le provoca sentirse alterada. Recuerda a ese chico de apariencia noble, de profesión artística y mirada sincera. Al momento de evitar pronunciar su nombre las lágrimas le escurren como fuentes inagotables. Se siente abatida, vencida. No se explica porqué esa mala suerte en el amor. No entiende porque termina siempre defraudada.

Suena el celular guardado dentro de su bolso. Sin importar la velocidad ni la dirección del volante lo toma apresuradamente. El productor molesto le reclama la tardanza. Su voz no ha sido modulada. Tiene escasos minutos para llegar, prepararse, recibir instrucciones y dar inicio al programa “Sin Sentido” que se trasmite diariamente por la estación Kobalto 96.9 FM y donde Livia lleva trabajando más de dos años, haciendo del programa una mesa de debates variados, donde ella por supuesto, puede sacar al aire esa seguridad que en persona no tiene.

Su voz es una de las mejores herramientas con la que cuenta. Su belleza es notable. Aun así, la joven permanece anónima tras una cabina cuyo contacto y comunicación con el mundo es a través de los micrófonos, tratando temas relacionados con sus crisis existenciales.

Estaciona el coche. Entra agitada a la sala donde la espera todo el equipo de producción. Tania, su amiga de toda la vida y compañera de trabajo no repara en reclamarle al mismo tiempo que lo hace el productor, quien agita los brazos de un lado a otro poniendo más nerviosa a la recién llegada locutora.

__ Está entrando tu programa al aire. Prepárate. Quiero que te presentes y de inmediato mandes a la canción “ I BELONG TO YOU”. Tienes 20 segundos.__ dijo el productor en tono severo y con mirada austera.

__ Hola amigos buenas noches, como están… los saluda una vez más su amiga Livia Torres desde su programa “Sin Sentido”. Antes de empezar que les parece si nos vamos con esta rolita titulada “I BELONG TO YOU” de Lenny Kravitz por cierto, esta rola se la dedico a mi amiga Tania, es como cantar la historia de su vida...___

Se quitó los audífonos mientras entraba la música. Tania furiosa y sentada en cabina junto a ella no dudó en darle un golpe en el hombro reclamando la tardanza.
__ ¡No entiendo que te pasa!__ agregó Tania, __ de unos meses para acá andas muy rara. Llegas tarde, te enfadas conmigo por cualquier cosa y para colmo pensé que otra vez supliría tu programa y dobletearía el mío. Eso no es lo que me preocupaba__ continuó__ sino que ya no quiero hacer esperar a Sergio, tenemos que checar lo del menú para la boda y tu sabes que esos chefs de Polanco son muy especiales… __
__ ¿y por lo menos ya llegó tu galancillo de pacotilla?__ dijo Livia con sarcasmo
__ No, estoy segura que no tarda… ha tenido mucho trabajo, además anda metido en un nuevo proyecto__
__ ¿Segura de que está trabajando? prosiguió con risa burlona ¿Porque no lo esperas aquí conmigo mientras llega… o te llama?, hace tiempo que no estamos juntas, tenemos que aprovechar estos momentos ¿no crees?__
__Atención… entramos en 5…4…3…2…__ interrumpió el productor para alertar a todos a sus posiciones.
__ Pues bien amigos ya estamos de lleno en su programa “Sin sentido”. Gracias por compartir con nosotros este espacio. Que tal la rola, ehhhh, buena, ¿nooo? Les comento que tengo en cabina a Tania Vásquez del programa “En el ocaso” que se transmite unas horas antes___ continuó __ y dinos Tania, __ ¿Tu te atreverías a matar a alguien?__
El tono agresivo y el rostro sonriente de Livia perturbaron a Tania. No le sorprendió que Livia tomara esa actitud frente a los micrófonos. Ese era su desahogo. Algo le resultaba distinto… no sabía que exactamente.
__Últimamente he tenido ganas de matarte__ agregó Tania, aunque algo consternada con el tema de la noche.
__ Interesante respuesta Tania, ¿sabes? no te creo capaz de hacerme algo así__
Tania molesta continuó __ ¿porque lo dices? __
__Por lo sencillita y carismática que soy… además me quieres mucho y me lo perdonarías todo amiguis__
__Bueno, dices que quieres hablar de homicidios. ¿Acaso mataste a una cucaracha o atropellaste a un perro?__
__ Más o menos compañera… más o menos…__ Livia transformó su ánimo, se sentó derecha y prosiguió, __ bueno chicos, les voy a describir como mataría yo a una persona de la que me sintiera agredida… yo creo que sería un hombre. Supongamos que mato a tu novio…__
__¿Porque a mi novio?__ preguntó asombrada.
__Porque que no me cae nada bien y tú lo sabes, pero ese no es tema que le interese al auditorio. Mejor continuemos con lo nuestro. Como sería a tu novio te robaría días antes las llaves de su departamento, esperaría en el coche a que llegara y minutos después subiría las escaleras...__

Se abre la puerta. La poca luz que entra por las ventanas permite observar algunas fotografías de él con su novia. Fuera de ello solo se puede ver el resplandor que sale de una habitación…
…la voz femenina de la radio contrasta con la silueta masculina causada por el monitor encendido de la computadora. Parece nervioso, como si algo le perturbara. Quizá presiente que no está solo. Un golpe en la espalda aturde sus sentidos. Lo único que pasa por su cabeza es la imagen de la dueña de la voz que escucha todas las tardes…

El operador le indica a Tania que tiene una llamada telefónica. Emocionada y con cuidado sale de cabina a contestar mientras Livia continúa con su relato.
Tania suelta el auricular consternada y con lágrimas voltea a ver a Livia.

__… dejé caer el cuchillo mientras me preguntaba si aun seguía vivo…__

Yaki

Por: El pichi.



De niños íbamos al rio de la piedad a jugar deslizándonos desde el borde hasta el agua con una lámina. Huérfanos de escuela, hijos de migrantes que la cristiana corrió de su tierra. Campo y libertad, hambre y felicidad.
Una vez terminados los trabajos asignados por los abuelos, los padres, tíos o hermanos mayores, la pipiolera corríamos como locos; unas veces íbamos a la calzada de la Piedad a jugar futbol con los árabes que fueron habitando los terrenos del pueblo de La Piedad, que tiempo después se llamo colonia Roma.. Otras a cortar verduras de los sembradíos cercanos, pero disfrutábamos más el rio (luego lo entubaron y hoy es el viaducto).
Aquella tarde, las sombras ya cubrían el rio, yo me había entretenido construyendo un cuenco para que la caída al agua fuera más estrepitosa y el chapuzón toda una delicia.
_ buki …buki_
Escuché hablar a alguien con palabras que no entendí.
_ buki…ayúdame… por favor _
Busqué en los alrededores, arriba, abajo, a lo lejos y nada. Acostumbrado a escuchar los ruidos que los chaneques hacen cundo arrastran lo que se roban, casi familiarizado a ver pasar a la llorona en sus dolorosos recorridos desde el rio hasta el centro de la ciudad gritándole a sus hijos perdidos. Y casi disfrutar las carreras del jinete sin cabeza que a diario corría por el borde del rio, tomaba la calzada de La Piedad y se perdía en la espesura de la noche. Caminé y atravesé el rio y recargado en un árbol vi a un hombre.
_ ¿ qué le pasa señor? _
_ Buki, ayúdame… me les escapé del tren a los pelones que nos llevaban a Valle Nacional…me les pelé y no paré desde San Lázaro hasta aquí _
_ ¿Valle Nacional… y eso qué es ¿ -
_Valle Nacional, donde llevan a los enemigos de don Porfírio-
_ ¿ Don Porfirio…Díaz?_
_ Si, don Porfirio Díaz pues-
_Pero… si don Porfirio, según me contó mi padre hace mucho que se murió_
_ Ah que buki camanchi ¿qué no estamos en 1908? _
_ No señor, estamos en 1938_
Ninguno de los dos entendimos el asunto. Yo, entre admirado y miedoso al ver a aquel hombre grande, colorado, de pelo largo ceñido por la frente con una cinta roja, las manos ampulosas, dedos gruesos, uñas negras tanto de manos y pies, tirado ahí, cansado, lastimadísimo y hablándome a cada frase en un idioma que el dijo ser yaqi.
_ Buki camanchi ¿me puedes llevar a papuchi hasta el pueblo?_
_ ¿un qué? _
_ si me puedes cargar_
_solo de a caballito_
Curtido en el trabajo como estaba, no me costó mucho llevarlo cargando, pero su olor era muy fuerte, olía a mugre, cebolla, a copal. Así como huelen los jornaleros durante su peregrinar.
_Buki kamanchi…¿ vives lejos?
_Aquí adelante, no tardamos mucho en llegar_
Descansé por tercera vez y en ese último intento llegue al caserío de adobe donde vivíamos mis padres, mis hermanos, tíos y primos. Mi padre tocaba el violín sentado en un banco rústico de madera, rodeado de amigos y familiares que se pasaban de mano en mano una botella de tequila, claro, después de darle un gran trago.
_Papá, encontré a este señor tirado allá por el rio_
_ A ver muchachito, venga para acá-
Dijo mi padre dejando de lado el violín y pidiendo la botella de tequila con ademanes de que era urgente. Sentó al colorado ( así comenzaron a llamar a mi amigo) le ofreció la botella de tequila y un cigarro, lo contempló, le dio una palmada en el hombro y tomó nuevamente el violín para seguir tocando. A mi padre le dicen el médico, no se por que, pero siempre que vienen enfermos, el les da tequila y un cigarro y al poco rato se curan y hasta se van cantando. A veces le mandan a hablar, el va. Regularmente los enfermos que el ve siempre están tirados en la calle. Llega, les levanta la camisa y en el ombligo le va vaciando tequila poco a poco. He visto como el tequila es absorbido. Unos minutos después, el enfermo se levanta, el les toma las quijadas como cuando a nosotros los niños nos dan el aceite de ricino y les da de tragar más tequila. Ellos comienzan a sudar, el les da un cigarro, los levanta y con una orden silenciosa les aconseja irse.
Cansado del trajín del día, dejé al colorado con mi padre. Muy en el fondo sabía que no podía estar mejor con nadie que no fuera mi padre. Me fui a dormir y como ya era tarde me acosté sin cenar.
Esa noche soñé algo extraño; veía al colorado hervir en una olla de de barro unos calzones de mujer con sangre de menstruación. Después, en un guaje, vertía el cocimiento y me lo tendía. Yo lo agarraba y le daba un gran trago.
_Mira buki kamanchi (el colorado estaba limpio y tenía un aspecto azuloso) todos los domingos, por hay de la tardecita, vas a ir al rio y ahí donde me encontraste te voy a dejar este regalo. solo tienes que tomarlo por las noches y nunca serás viejo_
_ Y ¿cuánto tiempo será eso?_ _ El tiempo que sea necesario buki kamanchi_
_ ¿y usted estará siempre aquí?_
_ No lo se…ni siquiera se si estoy aquí…si debería estar en otro lado, en otro tiempo, en otra hora, en otro día o en la tumba_
El colorado se despedía levantando la palma de la mano derecha a la altura de su cara, caminaba tres pasos hacia atrás, se daba vuelta para perderse completamente en la oscuridad.
Al otro día, con el movimiento de mi madre haciendo tortillas, la tos mañanera de perro de mi padre y los chillidos de mis hermanos, desperté. Voltee la cara y ahí, junto al petate, estaba el guaje que el colorado me ofreció en mi sueño. Corrí a esconderlo. Me dediqué a mis quehaceres olvidándome del asunto. En la tarde, cuando regresó mi padre del trabajo, le pregunté por el colorado. Solo me dijo _se fue_.
No se cuando he de morir. Según mis cuentas tengo 77 años, pero mi físico es de 35 o 40 años. Si mis cálculos son exactos, el guaje dejo de aparecer cuando entubaron el rio. Así que, cuando tenga 150 años moriré… creo.







JUEGO SIN FIN
El camino oscuro fue iluminado por la luna y en el pequeño claro de aquella selva de olivos me vi de frente con la cascabel.
Ella se sostenía en su cola y casi puedo asegurar (tuve mucho tiempo después para comprobarlo) que se frotaba unas manitas de chimpancé.
Voltee la cabeza buscando una horqueta. Era una víbora cascabel grande, de por lo menos 10 años, bien valía la pena matarla. La guitarra iba a agarrar un sonido fregón, metálico, vibrante
En mi desesperación por cazar la cascabel, no me di cuenta que el juego había comenzado

En la oscuridad uno podía transitar tranquilamente por el olivar. Las nubes eran el salvoconducto perfecto para atravesarlo sin contratiempo, incluso, aun si dejaban pasar la luz de la luna el camino era seguro.
Pero, si al ir uno caminando, las nubes abrían paso a la luz de la luna y ocasionalmente, uno se encontraba en aquel claro de frente con la víbora de cascabel, un tecolote o un tlacuache, algo mágico podía pasar.
La víbora te convierte en olivo, el tlacuache en planta de jojoba y el tecolote en ciprés.
El tlacuache, el tecolote y la cascabel, son tres chamanes y nahuales. Grandes chamanes y curanderos infalibles que siguen a su gente en su migración desde Oaxaca,( uno es triqui y el otro es mixteco) y uno más, que es el último recuerdo de las tribus Pericú y Laimón que habitaron la Baja California.
Por la imposibilidad de obtener hierbas, partes de animales, raíces y tierras para sus curaciones y rituales por la lejanía de su lugar de origen, optaron por crear una huerta en este lugar, pero tuvieron que compartirlo con el chamán Babiriacu, quien reclamó su territorio.
Pusieron reglas para el juego: en primer lugar, la huerta era de los tres mientras no hubiese un cautivo propio, la luna no recorriera el cielo y la gente se hubiera ido a otro lugar. El segundo punto, es que, cualquiera de los tres que encantara a un paseante, tenía la libertad de cosechar todo lo que quisiera, incluso hacer uso de los otros chamanes, como personas y sus transformaciones.
Una vez que se hace la recolección de hojas, patas, picos, raíces, fluidos, frutos y tierras, el hombre encantado retoma su aspecto original, el olivar desaparece y queda solamente, ante la vista de los campesinos que recorren ese camino, un campo arado, listo para ser sembrado. Todo esto, hasta el año siguiente.
Recobré la razón al instante en que vi la víbora de cascabel serpenteante esconderse detrás de un arbusto. Sería el miedo, la sorpresa o el desconocimiento de las reglas del juego, pero me di cuenta con una enorme angustia que todo yo era un viejo, retorcido y fructificante olivo. ¡sí, yo era un árbol de aceitunas!. Lloré por mi, por mis recuerdos y también por mis aceitunas. No entendía que había pasado, solo recordaba que buscaba una horqueta para cazar la víbora cuando, de repente, me encontré así como cuento.
Había entendido parte de este juego, pues llevo exactamente 20 años de participar en el, solo que no sabía porqué no había logrado la transformación que otros hombres logran. Repasé mil veces el juego, alteré los escenarios, los personajes, las posibilidades, pero había muchas cosas que no lograba entender, pues solo recobraba la conciencia cuando el juego comenzaba.
_ Buki kamanchi, quién me iba a decir que te encontraría aquí_
Escuché esa voz que me hablaba, como cuando en las mañanas, entre despierto y dormido, escuchas el radio e interactúas con el locutor que conduce algún programa. Vi al colorado sentado a la sombra, mejor dicho, a mi sombra, platicándome, contándome aventuras milenarias de épocas remotas e inverosímiles…_ cuando de repente, te encuentro aquí, enredado con esos locos y sus manías y convertido en olivo… No buki kamanchi, eso no está bien. No te di mi jugo para que lo desperdiciaras aquí sembrado… Voy a ver a Eugenio Casimiro, a Juan Gómez y a Babiriacu, ellos me dirán que hacer_
Mi amigo el colorado desapareció, yo quedé sumergido en un sopor de sueño infantil que fue interrumpido por la presencia inusitada de los tres nahuales. Me desplomé, para enseguida levantar la cabeza y encontrarme convertido nuevamente en persona.
_ Buki kamanchi… el juego en el que te metiste no ha acabado, ¿quieres seguir en el o hasta aquí lo dejas?_
_ pero que juego, solamente sembrado me la pasé 20 años_
_eso es parte de este juego, lo que sigue es más interesante_
_ No colorado, no más juego-
_ No más juego pues, no más juego_
El colorado me palmeó la espalda, buscó dentro de su morral y sacó un radiecito de pilas, lo encendió, sintonizó una estación que emitía música ranchera. Comenzó a caminar, se detuvo después de dos pasos, dio la vuelta y me dijo.
_ Buki kamanchi, yo cumplí con mi encargo, tu nunca volviste por el jugo y como ya no te lo tomaste, hoy tienes 45 años y vas para viejo_
En ese momento se me agolparon miles de preguntas en la garganta, miles de incógnitas, miles de dudas…el tomó su radiecito, accionó el volumen y del radio salió una canción, inaccesible para mi, pero que me hizo comprender, dolorosamente, que nunca volvería a ver al colorado… ¿o si?

Trigueñita hermosa
Tutulikayotu kaposehuata
Venasejiva ehuelama
Inepointulichi
Enchivacilaroa
Anchienamoraracua
Nihuelama

yokomatzuko
ilichienjupone yetza bankota
netyetze zayhuateko….

FIN