el pinacate

Qué me cuentas y otros cuentos...

viernes, noviembre 24, 2006

La mermelada

Por: Rolando Deschaund de Gilead

Ese día yo tenía mucha hambre, no podía creer el hambre que tenía si no me estuviera ocurriendo a mí. Tenía ganas de comer de todo, un toro gigantesco, una vaca entera, un cerdo frito y cubierto de trozos de chocolate con crema de cacahuate. Todo sobre un pastel de frambuesa o de mermelada. ¡Uuuuuyyyy, como se me antojaba la mermelada en ese instante. Tenía ganas de atragantarme de todo eso pues no había comido nada desde que regrese de jugar fútbol con mis amigos. Un buen partido, Paco fue el más movido de todos, robando la pelota y restregándonos a todos nosotros en el suelo cuando alcanzaba a tumbarnos con alguna zancadilla. Pero fue un buen partido. Un poco lodoso después de la lluvia, pero lo disfrutamos. Fue así hasta que llegaron los papas de mis amigos y se fueron. Mi casa queda muy cerca, así es que no tuve problemas para llegar corriendo.
Cuado entre mi mamá me gritó: - ¿Qué te he dicho Jorgito? – Yo me quede paralizado con una pierna suspendida en el aire adentro de la cocina y otro apoyado en el patio sin saber que ocurría. - ¡Que no entres en la casa con ese mugrero encima de ti! – Dijo refiriéndose a mi camiseta blanca y pantaloncillos blancos ahora de color negro y café oscuro por el lodo que cargaba, a mi no me molestaba y hasta lo sentía sabroso, húmedo, fresco y suave. Claro cuando se empieza a secar se hacen unas grietas en la piel muy chistosos y se empiezan a caer en pedacitos pequeños y bien formados. Realmente me gustaba, yo no se porque mi mama hacia tanta alharaca. Pero bueno, me sacudí un poquito los zapatos para quitar la mugre de la suela, pues supuse que ha eso se refería. Me desnude, quede en calzoncillos y me fui al baño. Cuando me iba escuche a mi mama decir algo así como, - ¡Estos muchachos!, como no entienden el trabajo que uno tiene que pasar en la casa. ¡Espérate un momento en el cuarto a que salga tu hermana del baño! ¡Estos muchachos! – Vi como mi mama levantaba mi ropa y se la llevaba al cuarto de lavado.
- ¡Maaaaaaamaaa! Tengo mucha hambre, ¿qué hay de comer? ¿Puedo comer algún helado? – Grité.
- Espera a que llegué tu padre para comer todos juntos... – y ya no la escuche mas, se perdió al fondo, en el cuarto de la lavadora.
Me fui directo al baño con un hueco en el estómago sin saber que hacer. Ahí dentro estaba mi hermana, tan desagradable como siempre, pero en estos últimos días se había puesto mucho más extraña, como sin saber como reaccionar, en un momento estaba enojada y al otro tranquila, o de repente se levantaba sin decir nada y se iba al baño apresurada. Nunca me decía nada de lo que le sucedía, yo siempre pensaba que estaba enojada o algo que le sucedía en su escuela o que mamá o papá le habían dicho algo. A veces, cuando se ponía así, la veía agarrarse el abdomen y encorvarse un poquito, como si de algún pedillo se tratara, o como si alguien la hubiera golpeado en el estómago y cuando me descubría se enojaba y me cerraba la puerta en las narices, pero nunca olí nada feo ni descubrí ningún moretón cuando aprovechaba que estaba dormida para mirar en su abdomen. No era nada de eso y yo siempre quedaba muy extrañado.
Estaba decidido a preguntarle que era lo que le pasaba, nunca me lo decía pero ya estaba muy confundido y quería salir de dudas.
Y mi hermana salió del baño apresuradísima, estaba semidesnuda, cargando su ropa entre los brazos, casi corriendo y entro al cuarto...
Entre al baño al instante y cerré la puerta tras de mi. El vapor flotaba en el aire todavía y el espejo estaba empañado, se sentía calientito y muy a gusto. Me puse a dibujar en el espejo empañado. Estaba hambreadísimo y mis tripas se retorcían, me empezaba a doler el estómago y me lo agarre, como lo hacia mi hermana en las ocasiones que la veía rara.
Mi hermana empezó a golpear la puerta del baño.
- ¡Oye¡ ¡déjame entrar que no he terminado! – me gritó y siguió golpeando la puerta, le puse el seguro para que no entrara, me quite los calzoncillos y abrí la llave del agua caliente, la tina se empezó a llenar de agua y fue cuando lo vi. Encima de la taza del baño, junto a los peines y cepillos, estaba un pastelito, un pastelito que se me antojaba delicioso. Era blanco y alargado con una cubierta de mermelada, deliciosa y apetitosa, y se me hizo agua la boca. Me pareció muy extraño que dejaran ese manjar en el baño, ¿qué estaba haciendo mi hermana con ese pastelillo en el baño? Se me hizo muy extraño, pero mi hermana era muy extraña, sobre todo en algunos días cuando se portaba mas rara de lo normal. Y lo que me pareció mas raro fue que ella no lo probó, lo dejo intacto, seguramente por eso quería entrar pues no había nada mas en el baño que pudiera darle otra razón para entrar. Pero no se lo comió, por algo fue. Pues lástima porque yo lo aprovecharía, le diría que no sabía que era de ella y que me lo comí antes de que ella me dijera algo.
- ¡Oye! ¡Déjame entrar! ¡Maamaaaaa, dile a Jorge que me deje entrar al baño! – gritó mientras golpeaba la puerta y le gritaba a alguien que no estaba lo suficientemente cerca como para escucharla.
No dije nada y me acerque rápidamente al pastelillo, lo agarre y me lleve una sorpresa al descubrir que la cubierta blanca no era merengue, era una cubierta como de plástico blanco, suave y esponjoso. Era agradable al tacto y tenía un olorcillo como a manzana, un aroma suave y ligero que salía de aquel extraño pastel.
Pero la mermelada no se veía de plástico, era una cubierta ligera de fresa que se concentraba en el centro de aquel pastelillo artificial, la fresa penetraba al interior del “pastelito” atravesando pequeños agujeritos de un tejido extraño que cubría una parte del pastel y se iba al fondo, parecía como si el pastel absorbiera la jalea dulce y se me hizo muy chistoso. Había pequeños grumos, muy ligeros, de jalea gelatinosa, pero no vi ninguna fresa. Simplemente era un embarron de mermelada, no muy escasa, no muy concentrada. Pero estaba ahí, para alimentarme y no la desperdiciaría.
Estaba también como humedecida por un líquido transparente que me hizo agua la boca. Mi hermana continuo golpeando la puerta y gritando y antes de que ocurriera nada más decidí zampármelo de un solo bocado, era poquito, pero por lo menos tendría algo en el estómago y un dulce que probar, de algo me serviría antes de ir por los helados a la cocina.
Y me lo zampé, lo acerque a mi cara y de una sola lamida lo probé todo... Completamente. Y al segundo siguiente metí donde se acumulaba todo aquello a mi boca y lo absorbí para chupar cada pequeño embarron de la sabrosa mermelada. Y lo chupe haciendo sonidos extraños y un tremendo esfuerzo por respirar al mismo tiempo, antes de que mi hermana entrara al baño.
El sabor fue muy extraño, nada de sabor a fresa. Era salado, viscoso y un poco agrio, me recordó un poco a las chuletas de carne un poco crudas que le gustaba hacer a mi tía Cristina, me gustaban esas chuletas, mas o menos a eso sabia este pastelillo. También tenía un sabor como a fierro y se me hizo muy raro.
Lo absorbí con la boca nuevamente para no dejar ningún resto y lo mordí con los dientes al final para raspar lo que quedaba pegado. Me relamí los labios. Un sabor muy extraño y sin pensarlo me llego a la mente una idea fugaz, como a la sangre, que raro. Quedaba una pequeña manchita roja en el centro, no la desperdiciaría y en el instante en el que mi lengua tocaba nuevamente el pastelillo mi mama abrió la puerta, mi hermana me vio con unos ojos enormes como de plato, horrorizada, sosteniendo la ropa aún en sus manos y las rodillas bien juntas y los pies separados, en una postura cómica que me hizo reír un poco, con el pastelillo aún en la boca.
Y vomito, mi hermana vomito, quien sabe por que razón. Ha de haber estado enferma la pobrecita. Y se fue al cuarto tosiendo, asqueada quien sabe de que cosa, así de extraña era mi hermana. Trataba de decir algo sin poder hacerlo.
Y mi mama viéndome, y riendo, riendo como loca, ¡que extraña!. Todos estaban muy raros ahora. Ella riendo desde el primer momento en el que me vio, para al instante siguiente arrebatarme el pastelillo y tirarlo a la basura sin contemplaciones. Quería decirme algo, pero en su risa no podía hacerlo. Y se fue riendo y solo alcanzo a decirme. - Jajajajajajaja, metete al..., jajajajaja, metete al baño..., jajajajajaja y... jajajajaja. y no dejes...jajajajajajaja, no dejes de...jajajajaja, nodejes jaja delavartelosdientes... jajajajaja y muy bien... jajajajajajajajajaja – dijo de una manera atrabancada casi sin darse cuenta de que no se daba a entender, y se fue riendo como loca.
Alguien cerro la puerta del baño y quede nuevamente adentro, atónito, extrañado.
Pero por lo menos el hambre había cedido un poco...

Mi apetito ahora estaba mas a gusto y mas satisfecho.




La maquina que todos llevamos dentro

Por:ANGELFLY8001
Todo comienza en una mañana común y corriente en la vida de un joven con el nombre de Diego, este era un chico de unos 15 años que asistía a la secundaria 586 que era la que le correspondía según su región.
-¡VA! comenzó otra semana mas, pero no preocupo ya que realmente no pasa nada en mi vida, todo es igual a la semana pasada, a la antepasada y como todas las semanas que han transcurrido.
Este es el tipo de comentario que hacia Diego todas las mañanas antes de iniciar sus actividades; como siempre bajo a desayunar a las 9:00a.m.
-Otra vez mi mamá hizo sus acostumbrados huevos revueltos como todos los lunes, pero esta bien por que quejarme ahora si siempre los hace, será por algo.
Diego acabo de desayunar y se preparo para ir a su colegio y salio como era usual a las 10:30 para poder tomar el autobús de las 10:45 que pasaba justo en la esquina de su casa, lo abordo y tomo el lugar de costumbre junto a la ventana donde podía ver a todas las personas que andaban por la calle, pero algo le llamo la atención.
-No me había dado cuenta pero Don Chucho el de la tienda siempre abre a las 11:05 y Doña Berta siempre pone su puesto de jugos a las 11:10 y no son los únicos todos las personas tienen una hora fija para iniciar sus actividades, es como si estuvieran programadas para realizarlas a una cierta hora.
Al llegar a la secundaria sube los 15 escalones que lo llevaban directamente a su salón de clase, que era el primero del edificio, entraba y tomaba su lugar, que era la quinta banca de la tercera fila, la cual había sido su lugar desde hace mucho tiempo.
La clase comenzó puntual a las 12:00 p.m. y tuvieron la clase de Química, Física, Matemáticas consecutivamente como era rutina todos los lunes, al dar las 4:00p.m. terminaron las clases y Diego regreso a su casa en el autobús de las 4:15 que pasaba justo en la esquina de la escuela como era de costumbre.
-Ha terminado otro día mas aunque en realidad no si realmente transcurrió otro día o solo viví el mismo lunes que he vivido toda la vida.
Este pensamiento pasaba por la mente de Diego todos los días que acababan.
-Es como si mi vida no transcurriera y que solo vivo la misma semana que he vivido toda la vida, incluso a veces dudo si realmente estoy vivo, es como si fuese una maquina que estuviera programada para vivir una vida rutinaria donde todo lo que hago esta estrictamente calculado sin poder hacer ningún cambio.
Dieron las 9:30 de la noche y Diego se acostó en su cama en la misma posición de todas las noches; algo encorvado con las manos entre las piernas y los pies doblados hacia el pecho lo cual era la forma en que lo habían enseñado a dormir desde niño a sí que nunca cambiaba su posición de dormir ya que el pensaba que era la forma mas correcta de descansar.
-Lo único emocionante de mi vida son los sueños ya que en ellos puedo hacer todas las cosas que yo quiera en ellos puedo volar incluso puedo encontrar grandes tesoros o combatir con piratas, si por mi fuera nunca despertaría.
En ese momento cerro los ojos y quedo profundamente dormido pero su sueño fue interrumpido por una luz cegadora, una luz que provenía de su techo, de la cual salía una voz que le pregunta una y otra vez lo siguiente.
-¿Por qué eres mas feliz en tus sueños que en la vida real? ¿Por qué te niegas a vivir tu vida? ¿Ya no deseas vivir?
Diego al recuperarse del impacto causado por esta luz trata de responder las preguntas que le hacían.
-No es que no quiera vivir o que sea más feliz en mis sueños, lo que pasa es que en ellos soy libre y puedo hacer cualquier cosa que desee sin estarme fijando en el reloj o en apegarme aun cierto horario.
En ese momento la luz le hace una nueva pregunta a este chico
-¿en realidad eres un ser vivo o una maquina?
Diego no entendió bien lo que traba de decir pero respondió de la siguiente manera
-Claro que soy un ser vivo por que lo dudas, acaso no me estas viendo.
Pero aquella luz pronuncia las siguientes palabras que hacen reflexionar a Diego.
-La libertad que buscas esta en tus manos, solo tienes que combatir el temor que le tienes al cambio, ese cambio que debe de haber en todos los seres humanos.
-¿De que clase de cambio y a que temor te refieres?
Le pregunta Diego
-Incluso aunque tengas la apariencia de un ser humano, si no tienes cambios en tu vida si llevas una vida monótona, es como si fueses una maquina, una maquina que solo procesa la información pero no la comprende.
-No entiendo muy bien lo que me tratas de explicar
- Lo que quiero decir que todos los seres vivos tienen cambios lo cual hace que su vida cambie por naturaleza, en otras palabras nada es igual a lo anterior.
-Pero eso no es cierto yo he visto a muchas personas que tienen una vida rutinaria sin cambios como Don Chucho que siempre habré a la misma hora, y lleva ese tipo de vida ya desde hace mucho tiempo.
-No, no comprendes lo que trato de decirte, aunque no lo creas la vida de Don Jesús esta llena de cambios, ya que el a diario conoce gente nueva e incluso el hace cambiar la vida de los demás con solo conocerlos, ya que el no le tiene miedo a ese cambio, a se cambio al que tanto le temes.
-Creo que estoy entendiendo, no es que lleve una vida rutinaria por que alguien así me la diseño si no por que es el tipo de vida que yo mismo me forme, incluso aunque se lleve una vida rutinaria puede ser una vida llena de cambios, cambios que se pueden lograr con el simple hecho de estar vivos.
Después de que Diego dijo estas palabras, la luz comenzó a extinguirse pero antes de que se extinguiera por completo Diego pudo ver la silueta de una persona en esta luz, esa silueta era la de él pero era algo diferente ya que no tenia la forma de un ser humano si no la de un “robot” que estaba siendo destruido conforme la luz se extinguía.
-Estoy algo confuso pero ahora entiendo un poco mejor las cosas, ese resplandor provenía de mi mismo y al darme cuenta que la forma de vida que había estado llevando no era la un ser humano si no la de una maquina, una maquina que fue destruida al encontrar la parte humana que existe dentro de mi y que no había podido salir debido al temor que le tenia a cambiar, a llevar una vida diferente una vida donde los únicos limites que existan son los que yo mismo me ponga y no los que me ponga la vida.
Al terminar de reflexionar Diego vuelve a caer profundamente dormido pero esta vez su posición de dormir es diferente, con la boca hacia arriba y con las extremidades extendidas e incluso esa noche no le puso mucha atención a sus sueños que era lo que mas le emocionaba, pero ahora estaba mas ansioso de que amaneciera y que comenzara un nuevo día un día lleno de oportunidades un día irrepetible en la vida de Diego y en la vida de cualquier ser humano ya que las oportunidades que se presentan hoy no se presentaran mañana y hay que vivir cada día como si fuera el ultimo de nuestra vida por que así lo es realmente.

La audición

Por “Macario”

De nueva cuenta fueron citados los aspirantes a locutor en la pequeña estación de Radio Marx. Los nervios de unos aspirantes se contagiaban, como es costumbre, a los demás, haciendo de aquel lobby en el que se encontraban, un pantano de incertidumbre por el hecho de no saber qué pasaría. Si bien es cierto, en la primera etapa de hace tres días, cuando la cosa fue muy sencilla y rápida, ahora el ambiente se presentaba hermético debido a la ignorancia de todos los que laboraban en la estación hacia los futuros locutores. Tres días atrás, sólo fue cosa de pararse a improvisar durante dos minutos alguna promoción. Improvisar era cosa sencilla: cosa de boletos para algún concierto, regalar playeras, cilindros o cualquier otra cosa que el aspirante tuviera en la mente y fuera capaz de llevar a cabo, sin perder el ánimo de la fabulosa idea. En esa primera etapa se dieron cita veinte personas, de las cuales ahora en el cubículo quedaban sólo diez: una decena de personas solamente, de aquellas quince que había en un principio (cinco salieron luego de no soportar la estadía desde las diez de la mañana hasta las dos de la tarde en que partieron de la estación), en ésta que parecía ser la segunda etapa y última de la selección de algún locutor. Como es lógico, de las diez personas que se hallaban en el lugar de la audición, fueron creándose pequeños grupos de gente. Por un lado, había dos que formaban el grupo de los antipáticos. Eran Gabriel y Anabel, una de esas parejitas de novios que, desde que llegaron, miraron altivamente y un tanto despectivo a los demás, y si bien no tenían tan mal aspecto, si tenían algo de hippie o de eso que hoy en día se conoce como anti-gobierno. La estación, por demás está decirlo, era una estación creada por universitarios de izquierda (“una izquierda bien consolidada”) que buscaban en la música y sobre todo en los radioescuchas, abrir una puerta, la que ellos mismos llamaban “puerta de la duda”, y cerrar otra, que denominaban a su vez “puerta de la ignorancia”. Entonces era inaguantable un par de tipos con aires de grandeza intentando apropiarse del lugar con su habla molesta y superficial, sobre dinero y casas con alberca. El pequeño lobby de la estación contaba con dos sillones: uno de tres personas donde acomodados adecuadamente cabían cuatro; y otro de dos, donde se encontraban Gabriel y Anabel sin dejar lugar para nadie más, y donde bien acomodados cabían tres. Había una pequeña mesa de centro con un gran cenicero lleno de colillas de cigarro por las más de seis horas que llevaban ahí los muchachos esperando. El segundo grupo, conformado por cuatro personas que se hallaban de pie en un principio (demasiado lejano), se sentó al estilo oriental en rededor de la mesa. Estos cuatro que yacían en el suelo, azarosamente se conocían desde la preparatoria, por lo tanto hablaban familiarmente entre sí desde que llegaron. El grupo mataba el tiempo contando cómo les había ido a cada uno y qué estudiaban. Julián, el más chico estaba a un año de graduarse como filósofo en la ya famosa Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. – Sí. La verdad estoy contento, y más contento me pongo cuando tengo la oportunidad de un trabajo como èste – decía Julián al grupo de amigos pero más específicamente a Rubén.
–Bueno, siendo realistas, te va a costar un poco de trabajo. Muchos de los que están aquí estudiaron radio, repuso Rubén a la declaración de Julián. Sin embargo, el rostro de Julián se hallaba inmutable por la respuesta de Rubén y asentía como creyendo que el mejor juez sería el tiempo. Mientras tanto, Andrés y Aníbal sólo los miraban como meros espectadores, hartos del tiempo que pasa y el calor que sofoca. Acompañado esto por un hambre digna de enojo por la tardanza en el casting, Andrés exclamó de un modo calmado pero seco a sus amigos:
– ¡Vámonos ya! Parece que ni les importamos – dijo, y se levantó del suelo.
– Espérate un poquito más, ya han de estar por salir – respondió Aníbal.
– No mames, nada más entran y salen de la cabina y ni nos miran. Mejor que nos digan si venimos otro día, ¿no? – Siguió en un tono más enojado Andrés.
– Ya cálmate, ahorita le preguntamos a ese tal Hernán, ése que recluta gente ¿si?
En eso estaban, cuando apareció Hernán, con su gran sonrisa y su buen humor. Aníbal le dijo:
– Mira Hernán, llevamos ya mucho tiempo esperando aquí y no sabemos si nos van a atender o no. Si quieres mejor regresamos mañana – le dijo de manera muy amable a Hernán, mientras los demás grupos hacían oídos sordos a lo que platicaban.
–No sé. La verdad es que no me han dicho nada aún, pero si se quieren ir, adelante. Yo les recomiendo que se queden un poco más. Estoy en la misma incertidumbre que ustedes – le respondió Hernán y se separó de él un tanto indiferente para volver a meterse en ese cuarto al final del pasillo que parecía su escondite.
–Yo no sé ustedes; yo mejor me voy. Hay más de una docena de trabajos y mejores que esta mamada universitaria que nadie oye – Sentenció lleno de ira Andrés y se fue. Mientras tanto, los cuatro que se hallaban en el sillón de tres, miraban la acción. Uno de ellos, el que no socializó con nadie, se levantó, le preguntó a una señora mal encarada por el baño y fue directamente a estirar las piernas más que a usar el sanitario como lugar de desahogo. Mientras, las tres personas que se quedaron en el sillón, Sonia, Guadalupe y Carlos (el tercer grupo) hablaban en voz muy baja acerca de lo raro que era Cristóbal, el chico que se levantara al baño un instante antes, pues más de una vez intentaron platicar con él para matar el tiempo y él contestaba casi obligado para volver a sumirse de nuevo en su libro. Desde que llegaron, Cristóbal leía uno de esos libros de Julio Cortázar como si hallara en el libro algo más interesante que lo que hay en vida misma, como si la literatura fuera para la vida más que una obligación para matar el tiempo y se pudiera nadar en ese tiempo novelesco como un pez dueño del arrecife de las letras. Volvió Cristóbal, cogió su libro y lo comenzó a leer nuevamente hasta que el tal Hernán salió y les preguntó si querían algo de tomar. Todos aprovecharon para preguntarle el motivo de la demora y, al mismo tiempo, aceptaron el ofrecimiento de Hernán, ya que aquella acción sería distinta a la de mirar las paredes blancas y el cenicero transparente lleno de colillas de cigarro en la mesita de madera.
–Hernán – dijo Gabriel aprovechando la presencia del desaparecido–, dinos si nos vas a atender o no. Porque no sé los demás, pero yo tengo cosas qué hacer más importantes que estar encerrado sin saber nada respecto del trabajo.
–Mira –respondió Hernán bastante calmado–, tienes toda la libertad de irte y hacer esas cosas importantes. Yo sé exactamente lo mismo que tú y todos los demás, ¿me explico? A nadie se le tiene aquí por la fuerza— le dijo finalmente a Gabriel para de nueva cuenta dirigirse a los demás – En un momento les traigo su agua. Con permiso.
– ¡Que sean sólo siete! –gritó con tono petulante Gabriel a Hernán–. ¡Nosotros nos vamos de esta mierda! Tomó de la mano a Anabel, y se dirigía a la salida cuando oyó la respuesta de Hernán:
– Qué bueno que se marchan, así olerá menos feo— Dijo Hernán desde la puerta y luego se perdió. Ahora, además de nervios, se creó un ambiente de tensión entre los que estaban, por la aparente discusión de Gabriel con Hernán. La situación se serenó cuando Sonia habló y les dijo, más que para el grupo, para ella misma, como quien piensa en voz alta:
– La verdad nos deberíamos de ir. Es cierto que es un buen trabajo, pero ¿qué hay de la ignorancia en que nos tienen a todos? No es justo, y mucho menos la inconciencia de que ya son más de las seis y ni siquiera hemos comido.
— Tienes razón – contestó Carlos –. Yo opino lo mismo. Sin embargo considero deberíamos despedirnos de Hernán, porque es el único que se ha portado bien con nosotros. Miren, hasta nos trajo nuestra agüita. Dijo de manera inocente Carlos y los demás rieron porque en realidad Hernán había sido la única persona que se preocupara por ellos durante todo ese tiempo. Lupe se levantó y mostró esas piernas tan bien formadas que a todos en un principio encantaron y que después, con el paso del tiempo, olvidaron por pensar en la famosa audición que no llegaba. Pero ahora, al verlas de nuevo, fue un respiro para todos, hasta para Cristóbal, que dejó su relectura del libro de Cortázar y miró las piernas de Lupe acompañadas por ese contoneo de cadera que se dirigían hasta la puerta donde entraba y salía Hernán constantemente. Lupe tocó la puerta y esperó. Salió Hernán y rápidamente, como quien ultraja alguna acción con la mirada, le miró las piernas a Lupe, la tomó del hombro al mismo tiempo que se dirigía hacía el pequeño lobby junto a ella, y le preguntó:
– ¿Qué pasó pequeña?
– Bueno, pues ya nos vamos y queremos agradecerte la atención que has mostrado hasta ahora con nosotros. Dijo Lupe con ese tono sereno y ese par de piernas que miraban todos y al mismo tiempo nadie, (pues qué sentido tiene esa mirada placentera que roba lo ajeno, lo que deleita, si se descubriera. No importaba ya el tiempo, ni la plática que sostenía con Hernán. Lupe debía tener cerca de veintisiete años muy bien vividos, era amable y discreta, pero se iba de aquel sitio de hastío para el que espera. Se retiraba ella llevada por sus deliciosas piernas a otro lado, a otras miradas: a la calle.)
– ¿De verdad se van? Que lástima ¿Se van todos? – Preguntó Hernán a Lupe.
–No sé. Al menos nosotros tres sí – respondió Lupe al tiempo que señalaba a Sonia y a Carlos, quienes se levantaron con más gusto de irse que por algún agradecimiento en particular pues finalmente, ¿qué tenían que agradecer? Quizá tan sólo el agua. Quedaron sólo Aníbal, Rubén, Julián y el silencioso Cristóbal en el cuarto de espera. Todo parecía oscurecerse. Los nervios se habían convertido en hambre y la tensión se había transformado en indiferencia a lo que parecía no llegar. De pronto, murmuraron algo Julián y Rubén para ponerse luego de pie y dejar toda esa espera sin gratificación.
– Nosotros nos vamos también. ¿Tú te quedas todavía? – preguntó Julián a Cristóbal.
–Sí –respondió Cristóbal–. Me quedo. Al fin y al cabo la estación no la cierran en toda la noche. La verdad es que sólo tengo un sueño en la cabeza: conducir un programa de radio, escuchar y compartir ideas. Si es necesario me quedaré hasta mañana, pues en realidad el sueño puede durar un día más, ¿no creen?
Los tres lo miraron extrañados y se despidieron de Cristóbal el soñador, el sueño hecho hombre, más fuerte que el tiempo y el hambre.
– Ojalá te hagan caso hermano, porque no creo que exista otra persona que se merezca el puesto más que tú. – Dijo Rubén, y sacó una manzana de su morral lanzándosela a Cristóbal. Este último levantó la cabeza, la mordió de inmediato, y le pagó de igual modo el gesto a Rubén dándole el libro de Cortázar que llevaba consigo desde la mañana.
– No, ¿cómo crees? No puedo aceptar tu libro; además parece que te encanta.
– Qué mejor regalo para alguien que algo valioso para el que lo da. Si no, no tendría sentido regalar algo— dijo Cristóbal y continuó comiéndose la manzana del pecado que sin duda en aquellos momentos de escasez le supo a gloria. Todos salieron y Cristóbal se quedó recargado en el sillón de tres, ahora para él solo.
Parece que durmió por un rato. Tal vez fue poco (nunca lo supo). El caso es que Hernán lo despertó diciéndole que lo acompañara. Salieron a la calle; debían ser más de las diez porque había un noticiero que miraba el vigilante a la entrada (o salida, según sea el caso) de la estación. No cruzaron palabra. Llegaron a una fonda y Hernán lo felicitó porque al fin tenía un nuevo locutor. Cristóbal se sorprendió, pero no le dio tiempo de decir ni preguntar nada, ya que Hernán dijo: “Resistencia, compañero, resistencia. Todos y cada uno de ustedes es muy bueno para el trabajo, y yo soy muy sensible para correrlos. Mejor se corren solos, ¿no? Es más, yo estoy tan contento por ti y por tu logro, que me he quedado sin habla. No he conocido persona tan perseverante como tú”. Quedaron en silencio y Cristóbal miraba la noche agradeciendo ese sueño cumplido y seguramente ahora soñando con algo más.

La Agonía De La Creatividad Humana.



Fue hace mucho tiempo, no se con exactitud, cuando la humanidad comprendió la necesidad de comunicarse y se inventó a una amiga.

Fue entonces cuando nació la radio, quien fue la incondicional amiga entre todos los humanos, nunca trató de usurpar lugar alguno en los sentimientos humanos, y que; aunque fue el producto de la inventiva humana, llegó a cobrar vida y ganar su propio espacio, se volvió objetiva y fue el escalón para descubrir muchos talentos.

Para todo tenía un lugar, y un tiempo; para los ejecutivos, no faltaba la voz de la información:
- ¡El tráfico es tremendo!, le recordamos que no se meta al periférico, mejor use las siguientes calles…
Al igual que las noticias:
- El embajador está de visita, el presidente próximamente dará su informe, esté pendiente de ello…
No podía olvidarse claro de las amas de casa, personas que no descansan, para ellas siempre tenía las palabras de aliento, y el ambiente del día:
- A ver señora que le prepara de comer a sus niños, le recordamos que existen variedad de productos para cocinar delicioso…
No faltaba claro el pronóstico del tiempo con tan maravillosas órdenes:
-La temperatura es baja, abrigue bien a sus hijos…
Y para los enamorados aquella voz sensual que describía el amor así como todos lo conocemos pero que no siempre externamos.

Fue así como nuestra amiga fue evolucionando, reía y lloraba con nosotros, nos informaba de todo lo que ocurría, no solo en la ciudad si no en el mundo, nos cuidaba avisando de lo que podría pasar de acuerdo con los que los metereologos predecían, nos divertía y también se preocupó por unificar las familias haciendo una hora familiares la que nos invitaba a cerrar los ojos para ver mas allá de lo que normalmente vemos, viajábamos y nos imaginábamos en todas partes, sin importar las distancias, los sonidos eran suficientes para trabajar la imaginación. Todo ello encerrado en un concepto que se denominó “radionovela”.

Fue tan leal nuestra amiga a través de nosotros se volvió compacta y también pudo viajar, en los automóviles y después en nuestras manos. Nunca se limitó a nada y no perdió la esencia de la comunicación.

Hay que ser demasiado duros para limitarnos a nosotros mismos, y fue lo que pasó con nuestra amiga, de repente se encontró con su hermana quien tenía la misma intención de informar pero de forma más directa, apoyándose de una pantalla que inmediatamente penetro en nuestros ojos y también en nuestras casas.

Con tan infalible herramienta la comunicación mejoró dejando atrás a la radio quien nunca sintió envidia de este nuevo invento, que nunca la desplazó.

Fue hasta nuestro presente cuando nuestra radio está indignada, por tan manipulada hermana, no está en contra de ella si no de lo que se ha vuelto.

Es difícil imaginar que nuestra hermana televisión siempre diga la verdad, puesto que se ha contaminado de amarillismo y mentiras, se ha desvalorizado y ha limitado la imaginación, ha usurpado el lugar en las familias y ha deshumanizado hasta a su propio creador que por querer solo atención se compara con el televisor.

Nos ha limitado en imaginación, nos enseñó solo a ver, no a observar, no nos invita a estudiar, no a mejorar ni aprender.

La radio ha envejecido, y se va quedando en el olvido, ya no la tenemos por gusto, ya no reímos con ella, ahora estamos contra ella, ahora es aburrida, porque no nos deja ver nada, porque nos hace pensar, porque aunque cada vez es menos… nos dice la verdad.

A veces no se si culpara a la humanidad por buscar comodidad o si debo agradecer y sobrellevarla. A veces no se si hemos asesinado a nuestra amiga y hemos adoptado a una nueva, porque me puedo equivocar y arrepentir en lo que digo, en lo que pienso y escribo, pero no me puedo callar ante lo que actualmente veo sin hacer un esfuerzo por al menos ser escuchado.

Horizontes

Por: Rolando Deschaund de Gilead

Gabriel, iba agarrado de la mano de su hermano mayor Rafael. Su mano pequeña contrastaba cómicamente sobre la enorme manaza de el, mientras su rostro observaba a su hermano mayor con admiración y curiosidad.
Caminaban tranquilamente hacia los Cinepolis Plaza Atizapan, se acercaba el atardecer y la razón por la cual asistían era para ver la película Robots que le llamaba tanto la atención a Gabriel.
Los ojos de Gabriel relucían de entusiasmo cuando cruzaban por el mostrador y por la tienda de dulces llenas de olores a palomitas y chocolates. Desde la mañana y prácticamente desde hacia una semana atrás, había esperado ese momento, todos los días se había imaginado estando en el cine con su hermano viendo Robots con mucha alegría y cada ves que lo hacia terminaba jugando con sus carritos y su motocicleta Tonca de plástico reforzado. Ahora estaban ahí y cargaba su motocicleta con la mano libre simulando un salto acrobático.
Entraron a la sala de cine, Gabriel estaba feliz y Rafael satisfecho y relajado.
La película empezó con las imágenes de los muñecos animados de colores brillantes y movimientos fluidos, sonrisas y situaciones chuscas y cómicas. Gabriel estaba exultante de emociones, sonriendo y jugando con su motocicleta, viendo la película y haciendo algunos ruidos muy levemente, cuidando de no molestar a las demás personas. Se agitaba de un lado para otro, alegre, moviendo sus pequeñas piernas en el aire. Todo su cuerpo desprendía regocijo.
Llego el intermedio, se encendieron las luces y la mente de Gabriel no pudo olvidar los sabrosos olores de la dulcería.
- Oye Rafa, tengo ganas de unas palomitas o unas pasas con chocolate, ¿me compras algunas?- Pregunto ansioso.
Rafael se lo pensó un rato, se rasco la rodilla y luego se paso la mano sobre su cabeza, estaba muy a gusto ahí sentado.
- Toma, cómprate lo que mas se te antoje, pero no te gastes todo – Le dijo, no viendo inconveniente de que fuera solo y especulo por un segundo sobre la posibilidad de que se fuera a gastar todo el billete que le daba, pero al fin se lo dio sin más.
Gabriel salió a comprar sus palomitas y sus pasas con chocolate.

Rafael se quedo pensando en el día que acababa, sobandose su mentón con la mano y restregándose las barbas sin afeitar que le crecían. Sentía que había sido un buen día, su trabajo y estudio en artes visuales resulto provechoso. Tenia una producción televisiva en la cual estaba participando como co-productor, tenían algunos problemas técnicos y de personal, no tenían dinero ni muchos recursos, pero era natural ya que estaban iniciándose en el ambiente, pero todo marchaba bien, así lo sentía Rafael. Solo tenía que pensar como conseguir mas extras que participaran en la producción sin que cobraran mucho o que no cobraran en absoluto. Siguió rascándose la barbilla. Existían algunas maneras de solventar esos inconvenientes, no era muy complicado, lo único era encontrar la forma. Se le ocurrió una idea muy sencilla y eficaz. Sus ojos brillaban de la concentración y del gusto que sentía, mirando al aire a la nada, pero sus pensamientos fueron interrumpidos cuando la luz de la sala volvió a apagarse y la película reinicio su proyección, escucho un alboroto afuera de la sala y fue cuando se dio cuenta de que Gabriel había tardado en regresar.
Salió en su busca y observo a un tumulto de personas, agitadas y nerviosas que se apelotaban cerca de los baños, se acerco curioso y extrañado a la ves, ¿por qué ese nerviosismo? Y fue cuando por fin encontró a su hermanito...



...Gabriel salió de la sala del cine rumbo a la dulcería. Se relamía los labios sabrosamente y deseoso por los dulces. Llego al mostrador y pidió las palomitas y las pasas con chocolate. Una joven lo atendió y sonriéndole amigablemente le entrego los deliciosos productos.
Metió su rostro dentro de las palomitas para saborear un poco. Las luces brillantes que rodeaban la dulcería le alegraron el alma y lo hicieron sentirse mas feliz. Antes de entrar a la sala paso cerca de los baños y decidió que su vejiga podría descansar un poco para disfrutar de la película mas a gusto.
Cruzo a un lado de un hombre robusto y con bigote que se encontraba recargado en la pared y entro a los baños. El hombre siguió con la mirada a Gabriel hasta que este se perdió en el interior de los lavabos.
Se dio cuenta de que tenia un problema a causa de las palomitas, se acerco a los lavamanos y coloco encima las palomitas.
Entraron dos personas mas al baño, Gabriel apenas los vio, se coloco las pasas con chocolate en uno de sus bolsillos y fue a orinar.
Los dos tipos, dieron vuelta en el interior del baño, Gabriel no les puso mucha atención, sintió algo extraño flotando en el ambiente, una especie de próxima fatalidad y profundo vacío y un negativismo negro, denso y oscuro rondando y arraigándose en el sitio, de una manera tan palpable que se sintió incomodo. Pero se encontraba absorto por la emoción de su película y no se dio cuenta como aquellos individuos observaban por debajo de las puertas de los retretes en busca de alguna persona. Uno de ellos saco una pequeña cámara de video mientras el otro terminaba de registrar el lugar, rondando nervioso y excitado.
Gabriel se encontraba emocionado, tenía que apresurarse, ya había terminado y empezaba a guardarse su pequeño elemento en sus pantalones cuando uno de los hombres se le acerco. Gabriel vio como su sombra lo envolvía y volteo a mirarlo.
Era un tipo gordo, con ropas desgastadas por el uso y un poco mugrosas, una camiseta blanca grisácea, unos pantalones de mezclilla muy usados y sucios y un rostro inflado, café grisáceo y agujereado por antañas cicatrices de imponentes barros, una nariz gruesa de borracho y unos labios amoratados e inflamados. A Gabriel le llamo la atención la expresión contraída y furiosa en sus labios y unos ojos maliciosos, entrecerrados e inyectados en sangre que lo miraban con rabia.
Y fue cuando, aún sin guardarse todo en los pantalones, recibió un bofetón en su rostro de parte del hombretón frente a el.
- ¿Ya estas grabando cabron? – le dijo el tipo gordo al que se encontraba detrás de el. Flaco, macilento, con una cabellera como de estropajo, mocoso y grasoso. Pero esto no lo pudo ver Gabriel. Recibió el golpe en su delicada piel y cayo al piso desorientado. Cayo pesadamente sobre el retrete y luego al suelo, con su ropa mojada con los orines de la letrina. Su cabeza dio vueltas y una mancha negra lo inundo brevemente. Hubiera sido una bendición que perdiera el conocimiento pero lo recobro en el piso. Su cara latía por el dolor, no sabia que estaba ocurriendo.
- ¡Espérate Javier que no lo he encendido aun!- dijo el hombre flaco con la cámara.
- ¡Cállate! No digas mi nombre ¡imbécil! ¡y apresúrate cabrón! ¿No ves que ya empecé? – le grito el hombre al que llamaron Javier.
Javier empezó a desabrocharse el cinturón y bajarse el cierre. Se encontraba excitadísimo. Mas excitado que cuando se violo a aquella jovencita de Tequixquiapan y la mató. Estaba excitado de ver el cuerpo que consideraba delicado y suave del jovencito que se encontraba a sus pies, pensando que pronto saborearía lo que presumía su frágil y perfumada piel. Y sin esperar a que prendieran la cámara se saco el sucio pene y se acerco a Gabriel dándole un pisotón en sus piernas.
Gabriel sintió el pisotón en uno de sus tobillo y se retorció de dolor. ¿qué era lo que estaba sucediendo?
El flaco apunto su cámara hacia los dos. –“Seguramente con eso sacaría una buena lana, haría muchas copias y las vendería con su comadre Maria para que las distribuyera. O le diría al Poli que las metiera en el mercado, al cabo el si que tenia muy buenos contactos. Esperaba recuperarse con este material, buena ganancia, seguro”-, eso pensaba El Flaco.
Y siguió apuntando interesado en sacarle una buena lana.
El gordo Javier, semidesnudo y horrendo se agacho hacia Gabriel y lo agarro de los pantalones, le dio vuelta y quedaron cara a cara. El cierre del pantalón de Gabriel todavía abierto dejando ver en su interior su pequeño órgano reproductor. Se le antojo a Javier y se lo agarro con una de sus sucias, gruesas y maltratadas manos. Javier hervía de excitación, al sentir el pequeño órgano en sus manos, lo sentía suave, pequeño y frágil, no dudo en apretárselo furiosamente, excitándose al ver que a Gabriel le producía mas dolor y su enorme pené tuvo una erección.
Gabriel sintió como le agarraban su pequeño órgano y de inmediato empezó a resistirse. Se empezó a sentir extraño, como fuera de lugar a causa de lo que le pasaba, dolorido y desorientado. Su felicidad se transformo en vacío y el miedo empezó a acercarse paso a paso vertiginosamente arraigándose hacia su interior. Cuando Javier le apretó su pequeño pené hasta los testículos se encogió del dolor, y un calor profundo subió desde el centro de su abdomen hasta ahogarle la garganta. Quería gritar del dolor, decirle algo al hombre, pero a causa del daño no pudo emitir mas que un ligero gemido, esto excito aun mas a Javier.
Javier le arranco los pantalones y le desgarro la fina camiseta de un tirón que le dejo marcada la piel a Gabriel. Lo atrajo hacia su enorme corpulencia y manoseando lo que consideraba la delicadeza del cuerpo de Gabriel le empezó a mamar su pequeño pené. Rodeando con su lengua la pequeña cosita de Gabriel, chupándosela como quien chupa un dulce amargo, pero jalándole el pequeño pené hasta casi arrancárselo y mordisqueándoselo.
Gabriel se sentía fuera de si, le dolía profundamente como le destrozaban su pequeño órgano, semidesnudo tenia frío, sentía como su interior se había quebrado, rasgado y se separaba de el. Estaba en un vacío melancólico violento que lo hizo sentirse mal cada ves que aquel gigantesco hombre le tocaba y le arrancaba un poco mas su pené. Emitió algunos gritos.
Javier se levanto y le acerco su sucio pené a la boca de Gabriel, le tomo su pequeña cabeza y sintiendo lo que percibía como su suave cabello y su aroma infantil se siguió excitando y se lo metió de un tirón en su boca. En ese momento recordó la vagina de su esposa, a eso le recordaba la boca de aquel mocoso, a lo que el consideraba una cálida, suave y húmeda vagina, estrecha y jugosa. Pero la boca de aquel chaval se le antojaba mas sabroso, tan rico como cuando se la metió a aquel rico bebe en la cárcel y lo destrozo. Y al recordar esto se entusiasmo, - “¡claro que si!, ¡claro que si lo destrozaría a este pequeño manjar! , ¡¡¡como que si no!!!” - Se dijo Javier para si mismo pensando.
Y al recordar esto se lo saco de la boca, le dio vuelta, observo el trasero del pequeño y dijo:
- ¡Háblale al otro pendejo! ¡dile que venga a ayudarme cabrón! – le hablo al Flaco de la cámara que daba vueltas y los rondaba a los dos.
- ¡Oye Francisco! ¡que vengas rápido, que te necesitan! -
- ¡Si que eres un pendejo! – le gritó Javier nuevamente al ver que pronunciaba el nombre de su otro cómplice.
El hombre del bigote vigilaba la puerta del baño por fuera, diciendo que lo estaban limpiando cuando alguien trataba de entrar, aunque los empleados del cine lo miraran extraño y no lo reconocieran como un empleado de limpieza. Pero eso no le importaba a Francisco, la gente era muy estúpida y si uno forzaba un poco la situación las personas lo dejaban correr como si uno tuviera toda la autoridad para hacer lo que se viniera en gana. La gente lo veía como algo normal. Pero pensaba en las cosas en las que estaba metido, ¿qué chingados tenia que estar haciendo ahí? Pensaba Francisco, ¿en que cosas me dejo arrastrar?. Y fue cuando escucho que lo llamaban. Abrió la puerta y el espectáculo que vio le contrajo el estómago de repugnancia. El niño golpeado, desnudo debajo de la masa de aquella monstruosidad. -“¡Pinche depravado!”-, pensaba.
- ¡Oye cabrón ven a ayudarme!- grito Javier.
- ¿Qué quieres imbécil? No ves que estoy aquí ocupado. ¡No¡, no puedo ayudarte -
- ¡Que vengas cabrón! O ¿quieres que te truene mendigo?, ven y sostén al chamaco que no puedo hacerlo solo- mintió.
Francisco lo pensó un momento, mientras mas rápido terminaran aquello mejor, no quería meterse en mas broncas y entro.
- Cuida aquí guey – le dijo al Flaco. Busco algo con que atorar la puerta, pero no encontró nada, estaba acelerado y decidió ir a ayudarlo para terminar ya de una sola ves.
El Flaco se coloco de espaldas a la puerta, atorándolo con su propio cuerpo, así no pasaría nadie y enfoco lo mejor que pudo la escena. – “Claro que si ganaría una buena lana, buenos materiales como estos no se encuentran con mucha facilidad, que buena ganancia, si señor”- pensaba.
Javier se encontraba totalmente estimulado por sus actos, y para que eso llegara a un punto máximo se le antojo que alguien mas le ayudara a mancillara al que consideraba un delicioso pequeñajo, - “¡eso si que seria bueno carajo!”- pensó.
Francisco se acerco, nervioso, no sabia que hacer, vio la monstruosidad que estaba haciendo el otro y se le encogió un poco el estómago.
- ¡Toma!, ¡toma imbécil! Sostén las manos de este cabroncito -
Gabriel había sentido aquella cosa enorme y horrible entrar en su boca que casi lo había ahogado, una cosa salada y mugrienta que le dieron ganas de vomitar, sabor a una piel extraña y hongosa. Estaba totalmente fuera de si, con un nudo negro en el interior de su cuerpo, con la certidumbre de que algo no volvería a ser igual, de que algo había cambiado tremendamente y horriblemente y una oscuridad densa y aplastante lo envolvía en su interior, ahogándolo. Y sintió como algo en su ser se separo de el y se dividió internamente. Grito y fue cuando empezó a moverse. Lo que estaba sucediendo no era bueno, algo malo estaba ocurriendo. Todavía se sentía golpeado y aturdido pero empezó a moverse y tratar de resistirse al embate del destino que trataba de arrastrarlo por un camino que no era el suyo, un camino tenebroso, melancólico y mortal.
- ¡Bájate los pantalones y métesela en la boca! – casi grito Javier a Francisco y al ver la oposición de este le insistió nuevamente - ¡Ándale ya cabrón, que no tenemos todo el día!- Pensó entusiasmándose al imaginar lo que le haría Francisco al niño.
Francisco quedo inmóvil unos instantes sin saber que hacer, claro que no haría una cosa como esa, nunca lo haría. Pero no tenían tiempo, todo estaba encima de ellos, alguien los podría descubrir y ¡cataplam! A la cárcel. –“¡Chingada madre quemas da! Con tal de terminar con esa chingadera”-. Se bajo el cierre de sus pantalones, agarro las manos del niño, contrajo su espíritu, volteo su rostro hacia un lado para no mirar... y lo hizo...Y fue cuando sintió como una parte de el se perdió y una negrura y un vacío intenso lo sustituyeron, algo mas para su corrupción interna que lo aguanto nuevamente, pero no le gusto y se sintió mal y un poco enfermo.
-“¡Y este cabrón que me esta filmando! ¡¡En que broncas me meto Dios mío!!” –
Javier sintió la resistencia del pequeño y se apodero de el unas ansias y un gusto expectante, lo dejo caer en el suelo y empezó a propinarle una serie de trancazos y fuertes golpes en su abdomen y en su espalda. Javier consideraba que estaba jugando, disfrutando, golpeando, excitándose y siguiendo su juego que para el era excitante y placentero. Golpeándolo una y otra ves, sintiendo como su carne blanda se hundía bajo sus endurecidos y encallecidos puños y a cada gemido de dolor del niño sentía que entraba en una especie de orgasmo...

...y fue cuando metió el pené en su ano.

Gabriel estaba a punto de desmayarse del dolor, no podía respirar a causa de aquello ¿qué cosas era? Que volvía a entrar en su garganta y casi lo ahogaba. Y ahora con esa andanada de golpes no podía ni expirar, estaba inmovilizado y su mente ya había entrado en un estado de letargo, aguantando, manteniéndose y aguantando a que terminara todo, separado de su ser y de su dolor, a que todo finalizara. Pero nunca se desmayo. Y fue cuando sintió como aquella cosa entro por detrás de el, al principio sintió como se abría su interior y lo dejaba pasar, unas cosquillas extrañas que pronto dieron lugar a un doloroso desgarrón, y sintió como todo su interior se destrozaba y sangraba y le ardía y le dolía. Lo sintió el dolor casi hasta el estomago y fue cuando quedo flácido y ya no pudo hacer nada mas. Su mente y su cuerpo quedaron en blanco y en cierto sentido ya no sintió nada mas, vacío, como muerto, dividido y bloqueado.
Javier siguió bombeando en su interior imaginando que el niño era alguna jovencita que violaba, no ha su esposa que golpeaba a diario, porque su vagina se encontraba fofa y toda agrandada, si no a alguna virgen que trastornaba y eso le gustaba.
Francisco aguantando un acceso de vomito termino por eyacular en la boca del niño y se separo, asqueado, aturdido, entumido y dolorido interiormente a causa de lo que acababa de hacer y por el niño.
Gabriel sintió como algo en su boca lo inundaba, con un sabor agrio y ácido y un poco insípido, que le hizo dar un acceso de asco y vomito, mientras el semen y su desayuno que había tenido con su hermano Rafael y su padre y perro León escurrían por su boca. Vomito sin fuerza, sin animo y si no hubiera sido por la reacción de su propio organismo el no hubiera podido vomitar, tan débil y devastado se encontraba anímicamente.
Y Javier agarro una de las manos de Gabriel y sosteniendo dos de sus dedos los apretó fuertemente, emocionado los sostuvo con firmeza y se los movió en una dirección contranatural y agresivamente se los rompió, y fue cuando llego al orgasmo...

Todo termino, terminaron de grabar el video y se llevaron la grabación, así como también transformaron y se llevaron parte del alma de aquel cuerpo inmóvil y destrozado que yacía entre la suciedad y los orines de unos baños públicos...

Las palomitas habían quedado sobre el lavabo y los chocolates con pasas sobre el suelo, ambos intactos, sin ser dañados y sin abrir.

...y fue cuando Rafael por fin encontró a su hermanito, y quedo atónito de lo que observo, de la imagen espantosa que inundo sus ojos, una pesadilla. – “Claro que no estaba sucediendo, era un película, ¡eso no les podía estar pasando a ellos!, ese cuerpo que la gente sostenía no podía ser la de su hermano, ¡Claro que no!”- pensaba completamente horrorizado e impactado.
Y sin embargo la inevitabilidad del destino que atrapa a aquellos ingenuos en su transcurrir del tiempo había agarrado a Rafael de improviso, y lo devoro y no lo dejo escapar en ese momento.



Tuvo lesiones internas muy fuertes y daños en el duodeno y el colon transverso. El tratamiento psicológico duro más de un año, y Gabriel había perdido la capacidad de hablar por dos meses y medio. Tics nerviosos, miedos a la oscuridad, pesadillas, temor de estar solo y de salir a la calle fueron parte de las secuelas que se produjeron en él, se retrajo dentro de si mismo y no pudo desenvolverse normalmente y con seguridad por varios años después de ello, el dolor psíquico y las angustias internas que eso le produjo solo los sentía el y nadie mas podía saber el verdadero dolor que estaba pasando en su existencia infantil, una infancia que ya no seria igual y que quizás ya nunca mas la tendría, un paso mas en la dureza de la vida, y eso aunque le trataran de ayudar solo a el le correspondía aguantarlo, soportarlo y superarlo, con su pequeña infancia y el resto de su inocencia o la fuerza de voluntad para seguir conservándola a pesar de todo.
Quizás esto fue parte del motivo por el cual Rafael decidió involucrarse en el estudio de videos sexuales con contenido violento logrando conseguir junto con sus compañeros de la Facultad de Comunicaciones de la UDF, unos videos comprados en “El Chopo” y horrorizarse al darse cuenta de que su hermanito se encontraba en aquellos productos que eran cotizados y hechos con sudor y sangre.
Rafael y sus compañeros entregaron el video a las autoridades en busca de ayuda. La ayuda que recibieron fue un arresto por treinta y seis horas por posesión de videos ilegales , una multa de quince mil pesos y una acusación formal ante la justicia pertinente por comprar y comerciar con pornografía infantil.

La justicia, estaba luchando por que todo se hiciera correctamente y no podían dejar que un grupo de jóvenes depravados videoaficionados compraran un video y se salieran con la suya...


El Poli se dio cuenta de que conocía a un individuo que aparecía en una foto del periódico que tenía en sus manos, -“lo conocía, claro que si. ¿Cómo se llamaba?”- No se acordaba bien, pero al leer el nombre en el periódico lo reconoció al instante.
-“¿Pues si era Francisco? ¡Pero que pendejo fue!”- pensó al final...

Gustos eclécticos

Por Mister Marconi
Una yegua negra va a saciarse al abrevadero. Su lengua seca no ha tocado el agua pero sobre la superficie han aparecido múltiples ondas. Las pupilas de la bestia se dilatan. Toda visión es más ardua en la oscuridad sin luna. Los círculos se disipan. No acaban de disiparse. Se dilatan. Se dilatan. Un escalofrío eriza su crin. Honra y aterra la posibilidad de de atestiguar un fenómeno infinito. Aguza los oídos. De las ondas emanan lógicas sonoras. Códigos ultraterrenos. La yegua atiende, memoriza:

Tammy is in love I hear the cotton woods whispering above Tammy is in love Taammy Taammy and I know can’t let him go Debbie Reynolds la típica joven estadounidense de mediados de los cincuenta se casó con Frances Fisher él se divorció de ella para casarse con Elizabeth Taylor
“Todos son unos desgraciados. Fucking assholes. Sí. Sí. Todas son unas desgraciadas, sí te quiero pero sí te quiero pero. Amantes contra el pero sempiterno…”
El Jinete
10:18 p.m.
hecho tras el cual adquirió mayor popularidad usted tiene un gusto enorme por la francofonía bueno mi papá y mi mamá eran alemanes judíos où sont les filles tarara tururu con ése gran éxito yo estaba muy enamorada me aprendo muy bien las letras fíjese tiré muchos discos y guardé otros I wanna be bad I wanna be evil maravillosa ésa canción todos mis discos en francés yo los guardé por lo pronto escuchemos a la francesa Françoise Hardy
“La mer, les étoiles et le vent: FRANÇAIS DE MERDE! Tu as composé de vers, tu as aussi dis je t’aime dans cette langue et quoi? Tout le mond a craché dans ton coeur…” El Jinete
10:27 p.m.
espero sinceramente que estés bien mi corazón soñarte cada vez más el fin del sueño fue la derrota de la soledad de cada día cada nuevo sol las noches ya no son tan frías yo espero que mi amor que era tan
“Un coño lleno de melcocha apestosa, hunde tu dedo chúpalo, degusta la bazofia humana”
El Jinete
11:05 p.m.
relájate y deja fluir cada una de tus emociones sé que aún me queda una oportunidad sé que aún no es tarde con los años demostraré cuánto te quiero
“Tamborcitos. Coritos. Gotitas teloneras. Metódico extractor ocular. Y luego zumo amargo sumo amargo corriendo a la mandíbula”
El Jinete
11:13 p.m.
relájate y deja fluir cada una de tus emociones
“¿Otra vez? ¿Otra vez? Afuera de este palacio hay una evidente carestía léxica (¡JOOOOOOO!)”
El Jinete
11:20 p.m.
hace tan sólo diez segundos vimos unos resplandores Houston sin energía eléctrica los vientos pasan de cien kilómetros por hora el movimiento de vehículos es nulo sigue siendo el aspecto de una ciudad fantasma cuando el huracán llegue a tierra su desplazamiento será lento
“Pero los gringos se lo merecen. ¡Si lo sabré yo! Pero los gringos güeros. Los negritos no. Ni los de ascendencia latina. Menos los ticos porque ellos me caen bien. ¿Qué estás diciendo cabrón? ¿QUÉ ESTÁS DICIENDO CABRÓN? ¿Quién eres? ¿Quién pretendes ser? ¿Eaco, Minos, Radamantis, Osiris, uno de los cuarenta y dos demonios? Escupo en tu cara racista, xenófoba. (Aunque sin duda tengas razón, tanta razón).”
El Jinete
12:29 a.m.
la boca ha tenido una enorme repercusión la sonrisa invertida de una niña qué sexual la escena de Kim Bassinger donde le da a comer yogurt fresas qué sexual Angelina Jolie qué sexual Kate Moss qué sexual el cine ha aprovechado mucho en el arte y el cine de México no la pintura ha trabajado mucho el erotismo pero en Lichtenstein la boca es espléndida qué sexual
“Una boca sexual. La suya. Sí, sí. Seca. Acorazada con pequeñas hojuelas blancas de piel añeja. Dos orugas bélicas: hermosas por esquivas”
El Jinete
1:03 a.m.
en el estreñimiento se defeca con menor frecuencia y heces son compactas sangrado rectal sensación de saciedad y cólicos abdominales gases produce hemorroides y es por falta de fibra a veces cáncer de colón hay que tomar agua y ablandador de heces regaliz avena aceite de ricino higo seco alivia el recto
“Sangre rectal. ¡Preciosa granada de la sodomía! Sodomizarte a ti. Eso quisiera. En pro de mi frágil supremacía. Dentro y sin fruto. ¡Todos vamos a joderte! A privarte de la potencia seminal.”
El Jinete
1:48 a.m.
watching every motion in my foolish lover´s game watching in slow motion as you turn around and say take my breath away watching I keep waiting
“Tú también esperabas. Desde la infancia. Soñabas: una felicidad sin cara. ‘I miss you but I haven´t met you yet’ Una estrategema fisiológica producida por esta música te lo recuerda: un día tú estarías completo. Ésa era la promesa. Y qué eres ahora… una estatua de ceniza que resiste insulsa el viento: eso eres, la posibilidad de estar completo se ha ido, se ha ido y odias esa certeza… no… ¡no!...
La yegua ávida ha precipitado su hocico contra el agua. Los belfos ansiosos mezclan las ondas. Ahora comienza la traducción maldita en su lenguaje equino:


La yegua: Où tu vas mon ami? En el interior del palacio hay millones de mingitorios y en los mingitorios heces y sangre y en la sangre burbujas y remolinos y en los remolinos pelos y nardos y tú debes drenar cada mingitorio y no llevas guantes y hay coágulos y polen y afuera llueve y hay huracanes y tú extiendes tu mano a través de la ventana para recibir el meteoro porque su violencia te purifica y un anciano rubio viene a ti y tiene la boca seca y dice que hay que drenar los mingitorios porque la sangre se pudre y sufres el tufo el tufo que no parece venir de los mingitorios sino de tu propia lengua…

Epílogo

Un gusto acre te domina la boca. Has sudado mucho. Las sábanas están calientes, retorcidas. Tranquilo muchacho, tranquilo. Sécate. Era una pesadilla. ¿Quién puede dormir en paz con este ¡PUTO! escándalo?

Yo: (Noc, noc, noc [Golpes contra la puerta]). Buenos días vecino.

Vecino: (Ligeramente ebrio). Buenos días.

Yo: ¿No podría ser tan amable de apagar su radio?

“Espejos sonoros”

Por: AQUILES - 2005
Estarás en tu silla con tus cabellos blancos, tus manos arrugadas y tu soledad de antaño; escucharás música y risas de una multitud que no te es ajena; te levantarás con esfuerzo y dudarás en salir de casa para atravesar la calle y encontrar de dónde viene aquel bullicio; al fin, decidirás cruzar la avenida; tu corazón latirá más y más conforme avanzas y te sentirás a cada paso un tanto más joven; te pararás frente a la ventana de aquella cabaña y tu mente se llenará de luz alimentada por las imágenes que allí se desarrollan; entrarás con cierta timidez y al verte se hará una pausa: un silencio comunitario; los nervios y la incomodidad te animarán a hablar; tu cara reflejará 40 años menos, pero tu voz dirá que tienes 60; con ronquera ya común de tu estado, contarás cómo al igual que ellos tú gozabas con el licor y las mujeres, una carcajada se desatará al fondo del lugar, levantarás la vista y con mayor firmeza pero con humildad pedirás una disculpa, les recordarás aquellos tiempos en que andabas de puerto en puerto con tu guitarra al hombro y enseñarás una foto de cuando actuabas codo a codo con algún famoso artista ; brotarán lagrimas de tus ojos al ver reflejadas tus ilusiones en esos niños de corazón ingenuo y una vez más pedirás que te perdonen, dirás que los viejos suelen ser un tanto ridículos; en ese momento harás una pausa e invitarás a todos a una comida que realizará tu vieja vecina, al decirlo tu estómago gruñirá debido al hambre que traes desde hace ya tres días, al momento se oirá un silbido de reclamo por la ausencia de música y las voces de todos volverán a sucumbir, tú, con la palabra en la boca te perderás entre humo y copeo y, recordarás la impaciencia que se tiene en esos años, la intolerancia que en tus veinte tenías por aquellos mamarrachos que incomodaban tus veladas presumiendo sus vivencias aburridas; darás la vuelta y un tipo con tez extraña te extenderá una botella, beberás y sentirás que todo comienza y te embriagarás mas no por el alcohol si no por la nostalgia ; no podrás continuar pues en los ojos de aquél chiquillo sólo habrá ironía y, querrás salir pero tus piernas no darán respuesta ; sentirás que tu costado se adormece , un incomprensible miedo invadirá tu ser, un frío intenso azotará tu nuca , tragarás saliva con esfuerzo al tiempo que se nublará tu vista, dejarás de escuchar las risas y dominará el débil latido de tu corazón ; alguien te pateará cual bulto , alguien te arrastrará a la calle; nadie notará tu cuerpo. Dos días después te verás enmarcado por cuatro veladoras, un perro lamerá tu cara, un niño pensará que duermes, un cuervo al arrancar tu ojo, te hará saber que estás muerto…
¿A qué hora se fueron todos?, lo último que me acuerdo es que empezaron a cantar la Mariela y la Chio y mejor prendimos el radio; el pinche Paco le puso en una estación en la que estaba una rola bien viajada del Silvio Rodríguez,
“déjale, es la de MONÓLOGO” gritaba ya bien pedo el Juanito y, me quedé bien jetón, después, dice la Mayra que me levanté a vomitar, que parecía que iba a echar el hígado.
La neta ya no voy a chupar, si no, me cae que sí me voy a morir de cirrosis como vi por ahí anoche, jajajajaja.
Fin.











Giran orden de formal prisión contra el autor de una mala metáfora.


Por: ZALIK FERNANDEZ

CIUDAD DE MÉXICO. Ayer por la tarde la justicia de dicho país ordenó la detención de un poeta de veintiocho años (cuyo nombre no se quiso develar), por hacer pésimo uso de la retórica.

De origen Mexicano, el poeta, negó rotundamente las implicaciones morales de su estribillo “Vírgenes patrias” que publicó en uno de los diarios de mayor circulación el mes de febrero del presente año. El poema, que llevaba el mismo título, causó horror en los lectores.

El verdadero problema comenzó cuando se cotejó este verso con los de Bocanegra, en particular con “¡Patria! ¡Patria! tus hijos te juran/ exhalar en tus aras su aliento,”. Varias Asociaciones Civiles se querellaron en contra del joven poeta. Había básicamente dos polémicas: La primera afirmaba el carácter morboso de “Vírgenes patrias”, pues nadie había contemplado la no virginidad de la patria; la segunda discurría sobre la pluralidad -La patria es, y siempre ha sido una sola- afirmaban indignados los afectados, de lo contrario los hijos pertenecerían a patrias distintas, y por consiguiente, a un padre distinto. Ya fueran muchas o una sola, se planteó el problema de la bastardía de los hijos, que ofendió a la mayoría, pues ¿dónde estaba la figura paterna?

El juicio fue breve. El poeta alegaba básicamente que de por sí era honroso una virgen patria; ¡tener varias!, una bendición. Los demandantes seguían ofendidos; ahora ya todos sabían que una patria con hijos no podía ser virgen; peor aún, ya todos sabían de la promiscuidad de la misma.

El poeta especificó la irracionalidad de aquello; la patria a pesar de ser morfológicamente una palabra femenina, no debía serlo en un nivel metafísico, más bien quedaba como en género neutro, arguyendo que no se necesitaba un acto sexual para engendrar.

El juez dictaminó que si bien no podía determinarse el sexo de la patria, sí se podía constatar la paternidad de los hijos en la figura del presidente, explicando así la multiplicidad de padres. De cualquier manera, el juez, condenó el mal empleo de la retórica en un verso, con lo cual dictó la suspensión definitiva de la cédula profesional del poeta so pena de cárcel si éste incurría en dicho arte escrito.

En un momento de debilidad el poeta escribió cinco líneas relativas a la patria. Desgraciadamente lo escrito fue hallado, y a pesar de las reticencias del autor de que aquello no era poesía, siempre estuvo de acuerdo en que era lo más cercano a lo que había querido decir con “Vírgenes patrias”. Así, se dictaminó formal prisión contra el poeta. Hoy en la mañana, a pesar de todo, se tiraron las últimas líneas del poeta.

El poeta escribió: Un héroe de independencia, un héroe revolucionario, la república mexicana pintada en un pizarrón, una bandera tricolor, una virgen blanca y una virgen prieta.
Los dos héroes firmes sosteniendo el mapa, la bandera sobre éste haciéndola de mantel, las vírgenes comiendo tacos… y un chingo de hijos.

Frecuentable

Por: Rolando Deschaund de Gilead.

Llegados al parque la niña salió corriendo, riendo alegremente, trinando como un pájaro mientras su vestido rosa con encajes se agitaba al viento, como alas de angel.
Los niños la siguieron mientras enredaban sus propios brazos uno con el otro, jugando.
La pelota, roja, salió rebotando casi atrapada por las manecillas de la chiquilla. Junto a un columpio en cuyo suelo se presentaban dos líneas de desgastada y polvosa tierra, producto del constante uso de los pequeños pies de los chiquillos.
Los árboles dejaban traspasar los rayos de sol que atravesaban el follaje y las hojas verdes de las altas copas de los árboles de fresno que poblaban el lugar como un pequeño bosquecillo.
¡Mira, mira esto Paulo! – gritó la niña mientras señalaba un hormigón de color negro situado sobre una pequeña zona de pasto verde y tierra remojada y lodosa por debajo.
La hormiga era enorme, del tamaño de la mitad de la mitad de la uña del dedo pequeño de la niña. Se movía por encima del pasto verde de un lado para otro en el mismo lugar, como indeciso o como si hubiera perdido algo, después se movía hacia adelante tocando con las antenas una piedrecilla por aquí o palpando una brizna de césped velludo y verdoso.
Los niños arrodillados frente a su espectáculo miraban fijamente el objeto de su atención. Uno de ellos, Marcos, extendió un dedo, como temeroso para tratar de tocarlo y descubrir “algo”.
La niña, acuclillada y con el borde de la faldita blanco-rosado acariciando el lodo, estaba frente a la hormiga a dos pasos de distancia mirando muy atenta y con asombro o expectación lo que hacia su hermano. Con las manos apoyadas en sus piernas este extendió el dedo y toco el barro por debajo del pasto, a buena distancia de la hormiga, falló.
Volvió a intentarlo y enterró el dedo nuevamente en el césped humedecido.
Falló nuevamente.
Temeroso de tocarlo lo intentó una ves mas, el dedo se colocó, como si tuviera vida propia por detrás de la hormiga, sin alcanzarlo.
Y volvió a fallar.
La pelota roja se detuvo en uno de los barrotes que sostenían el columpio y se quedo ahí.
Rebeca la vio y se levantó corriendo para atraparla, riendo alegremente como pequeñas campanas de sonido cristalino.
Paúl y Marcos la vieron y fueron tras ella y se unieron al juego.
La hermana llegó casi a trompicones junto a la pelota, agachándose para tomarla con las manos mientras sus zapatitos negros paleaban y se enterraban en el polvo suelto del columpio descolorido y familiar.
Levantó la pelota con su brazo y torpemente la lanzó hacia fuera. Los hermanos corrieron lo más rápido que les permitieron ellos mismos, Paúl sintió que corría vertiginoso mientras el viento acariciaba su rostro, se encontraba excitado.
Patearon la pelota y los árboles de fresno, añejos y vivos los rodeaban.
Marcos lo levanto con las manos y se lo lanzó a Paúl, este lo pateo hacia Rebeca mientras los rizos del suave cabello de ella se agitaban y se libraba poco a poco de su propio peinado.
Reían y se sonreían y sus ojos se mostraban llenos de vida.
Alguien la pateo y fue a dar en las raíces de un árbol que la recibió, afectuoso y con los brazos abiertos.
Un sonido, un trinído se escuchaba en las ramas más altas.
Rebeca fue la primera que lo escucho, se levanto de puntillas mientras se apoyaba y arañaba delicadamente, sin querer, la corteza del viejo árbol de fresno verde que se desprendía intencionalmente, tratando de alcanzar a escuchar mejor.
-¿Qué es lo que haces?- preguntó Marco.
-¿Qué es eso?- respondió
-No se, ¡es el viento!- Dijo Paúl y se puso muy atento observando hacia otra dirección a través del aire.
-¡No!- Insistió – esa como música – escuchó - es como una canción -
-Haber, déjame ver – dijo Paúl y se acerco y se apoyo en la espalda de su hermano para escuchar mejor.
-¡Ah, ya se! Es un pájaro – Fue la respuesta sin haber alcanzado a escuchar el sonido de Rebeca.
-Si, es un pajarito – dijo – pero ¿en donde está? –
Y entre los tres empezaron a buscar el origen de eso.
Uno miro entre las ramas y solo vio los puntos de luz y la claridad del sol hasta arriba, en la punta y entre los árboles. Dijo que allí los escuchaba y que estaba en ese lugar.
No era por acá, cerca de la rama mas larga, en su punta, que casi podía alcanzar, aunque
saltando lo intentaba.
No pudo oírlo...luego lo escucho, pero no pudo verlo y no lo encontró.
Se fueron acercando uno a otro mientras lo buscaban, interesadísimos, hasta quedar debajo de una rama, la más baja del árbol, pero la más alta de entre los hermanos.
Rebeca señalaba al mismo tiempo que Paúl miraba hacia el mismo lugar y Marco – Si allí está – decía.
Paúl quedo vigilando la rama señalada, mientras Marco se agachaba y Rebeca se apoyaba en su espalda estirando sus brazos hasta alcanzar el lugar predestinado.
Se apoyo en el tronco con sus zapatos, resbalando y desprendiendo ligeros trocitos de corteza de fresno, mientras este toleraba pacientemente con sencillez las incursiones de sus pequeños visitantes.
Apoyándose en la corteza y en su vestido se encaramo haciendo funcionar sus inquietos músculos una vez mas.

Por fin se puso de pie, sobre el tronco horizontal, apoyando su espalda en el árbol, mientras sus ojos, abiertos por la emoción, observaban hacia el verdoso mar de hojas y ramas que se entremezclaban y formaban un tamiz de colores y tonalidades verdes que pintor alguno igualara.
Sus cabellos estaban alborotados y esponjados y su ropita algo sucia.
Marco la miraba con ojos muy abiertos y la cabeza echada totalmente hacia atrás, igual de asombrado que Paúl que hacia otro tanto.
Bien ya esta, ahora un paso tras otro, para llegar.
Pero vio que era muy complicado, con un solo paso y ya , hasta allí llegar.
Apoyándose en el árbol se agacho y levantando la faldita desgastada, que le estorbaba, por arriba de sus rodillas se apoyó en el tronco y empezó a gatear fácilmente, mientras desprendía una que otra ramita y otra corteza mas.
A Marco y a Paúl principalmente, pues era el que miraba justo por debajo del lugar señalado y siguiendo el camino de ella, les caían los objetos señalados en sus regordetas caritas sin molestia ni estorbo, pues miraban con expectación y asombro el transcurso de su hermana.
Nada más emocionante que caminar por ese angosto tronco, pero grueso a la vez. Algo emocionante cada vez que Rebeca miraba alguna zona acabada de descortezar, maravillada con sus formas y dibujos en la seca superficie. La emoción del lugar, confundida entre las hojas y arropada y protegida debajo de su follaje.
Se acercó un poco más.
Paúl brincaba sobre la alfombra de hojas secas y de tonalidades café, tan enriquecido como la variedad sobre los árboles, mientras columnas de luz de múltiples intensidades los rodeaban a ellos y al árbol y señalaba emocionado el lugar, un poco mas adelante.
Se detuvo al final de la rama que se flexionaba y se dividía en dos en cuya horquilla se encontraba el nido, el nido de pájaros, tejido y entrelazado de ramitas, pelusas, plumas y demás cosas “hilósas”, formando un verdadero tesoro de curiosidades naturales y de cuyo interior salían los sonidos musicales y acuosos. Los trinos de los pájaros, los trinos de los pajaritos, las crías que estiraban sus cabecitas calvas y rosadas, sus pequeños ojos como dos pequeñas ampollitas de interior oscuro sin abrir aún y los picos, las dos cosas más grandes, respecto al tamaño de la cosa de donde procedían, que Rebeca hubiera visto que se mantuvieran de esa manera. Dos líneas en forma de bolsitas de un color amarillo brillante, como oro o como las palomitas de mantequilla pero con aún más mantequilla. Y los picos, dos cositas triangulares de color amarillo rojizo brillante abriéndose tan grande que parecía podían comerse cualquier cosa que pasara por sus bocas.
Rebeca quedo extasiada mirando aquella pasmosa y admirable expresión vital, era algo mágico. Toda la importancia del mundo se enfocaba centrándose en ellos. Y los propios actos de los pajaritos expelían una relevancia inalcanzable por cualquier otra cosa existente en ese instante y en ese momento de la vida de Rebeca. Quedo inmóvil con los ojos brillantes y maravillada, abriéndolos completamente dejando ver el color miel castaño de sus luminosos ojos. Apoyando las manos en el tronco accesible y amable, seco y descortezado, sus piernas recargadas, su cabello alborotado y su vestido rosa con encajes adelgazado protegiéndola.
En ese instante la mamá pájaro, así pensó Rebeca que era, llegó aleteando entre el follaje y la cúpula verde resguradable, llevando algo en su pico. Las plumas, pudo verlo, eran de coloración café oscuro silvestre y algunos trazos grises, también silvestres.
Aterrizo en un hueco libre en su nido y dio unos cuantos pasitos diminutos, como brinquitos, imperceptibles prácticamente, de no ser por la concentración con que ella veía.
Los pajaritos percibieron su presencia y moviendo sus rosadas y desnudas alas ligeramente, estirando aún más su pellejudo y delicado cuello y abriendo y trinando con notas agudas y constantes todavía aún más.
Rebeca extasiada, profundamente emocionada no se atrevía a mover un solo pelo.
La pájara se acercó y entregó su valiosa carga en la boca de una de las crías, este rápidamente y como un rayo lo engullo apetitosa y vorazmente. En un segundo desapareció, como si no hubiera sucedido nada.
La pájara, la mamá, movió la diminuta cabeza hacia un lado para, seguramente, observar mejor con uno de sus ojillos color miel y seguidamente volvió a entregarles algo más que fácilmente no se pudo apreciar. Volvió a dar algo más a su segundo hijo y no volvió a hacerlo, quedando y piando fuertemente sobre su nido, brincando ligeramente en su interior hacia un lado u otro.
- ¿Qué ves? ¿Qué ves? – quiso saber Paúl que la miraba desde abajo brincando y levantando los brazos. Al escuchar, indudablemente, el nuevo revuelo en el canto avestral.
La hermana volteo a señalarle con el dedo entre los labios para que guardara silencio, en ese instante su brazo con el que se sostenía cedió algo de apoyo y resbaló...
El pájaro, sorprendido levantó el vuelo silenciosa con suavidad y rapidez sencillamente.
Rebeca permaneció sostenida con sus dos manos apretando la parte del tronco seco descortezado, resbalando, mientras Paúl, iluminado por la luz del sol que lo rodeaba con sus reflejos, extendía los brazos para atraparla y Marco se acercaba corriendo el breve trecho que lo separaba de su hermano, pisando y haciendo crujir el mullido suelo tapizado de hojas secas colocadas unas sobre otras artesanalmente.
Y cayó...resbaló y cayó, debió haber sentido un vacío en el estómago solo por un instante, pero lo que sucedió es que fue recibida por sus hermanos que la sostuvieron y la amortiguaron.
Todos cayeron al suelo esponjoso y se rieron, estallaron en risas francas y alegres, agudos sonidos de trinos acompasados que acompañaban sus alegrías y alimentaban con sus cantos al viento que los rodeaba y se llevaba sus sonidos en un vuelo suave y ligero hacia todas partes.
Y se levantaron y se rieron, fue algo inigualable, la emoción, la belleza y se rieron y la experiencia fue muy emocionante, la excitación sentida fue de una gran corriente de éxtasis vital nunca antes y siempre presente, sensación experimentada.
Y se escucharon unos pasos, distintos, pausados, acompasados, que se acercaban para asegurarse de que estaban bien.
Y sonriendo entre ellos y riendo alegremente dejando ver sus blancos dientes se fueron retirando.
Lo maravilloso que había sido permaneció, suspendido entre la horquilla de la segura rama del árbol, lo mas importante y la atención más expectante permanecía, trinando, llamando a los sonidos de su entorno, anunciando su relevancia al mundo, la importancia de su existencia, de su necesidad y vital coherencia.
Y siguieron así, trinando y llamando, en una canción constante de vida, que lo inundaba todo, anunciando con su sonido, cada vez más fuerte, para que las hojas verdes, todo lo vivo y cualquier cosa, los árboles de fresno, los escucharan.
Y piaron aún más fuerte.
Ya era hora de regresar, ya era hora de retirarse y yéndose mientras los tomaban de las manos. Y voltearon y Rebeca volteó y miraron una vez mas aquello que los extasió, que los entusiasmo.
Algo muy importante que los maravillo.


En venta

Por: Lic. Cástulo

Se vende aparato de radio antiguo.
Reliquia de familia con alto valor estimativo. Excelente estado, con grandes botones dorados, base de madera rectangular y acabado en punta de flecha. Nunca usado.....

Fue en octubre de 1947, cuando mi abuelo Diego Cástulo, en plenitud de fuerzas condujo por cuarta vez en su vida una carreta de Villa Flores hacia Tuxtla Gutiérrez, la capital de Chiapas, para vender la cosecha de maíz que ese año fue especialmente abundante. Eran tres días de camino que a paso lento se recorría pensando la vida, tragando polvo, imaginando proyectos imposibles y rezando a San Cristóbal y a la Virgen, para que el viaje fuera en paz y el negocio de la venta fuera favorable.

Mi abuelo llegó a vivir a Villa Flores cuando tenía unos nueve años. Apareció un día por el camino que venía del Triunfo, pidiendo de comer y explicando que había escapado de su casa, por que su madre le pegaba mucho, y por que lo hacía repetir el rosario hincado sobre granos de maíz y frijol, con la explicación de que sólo así diosito le perdonaría tanta travesura diaria inspirada por el demonio que de seguro lo había poseído.

Mi abuelo fue acogido por una familia que además de enviarlo a la escuela le enseño el oficio de agricultor. Se esperaba que con las referencias que él mismo presentó, fuera un niño problemático y desobediente; si bien nunca obtuvo buenas calificaciones y sólo estudió hasta el cuarto año de primaria, poco a poco se fue ganando la estima de la comunidad por su carácter desprendido, servicial y afectuoso, se convirtió en un hombre cumplidor y honrado, a quien siendo aún muy joven, se le encargó la educación de otros niños que fueron disciplinados con un trato rígido.

Fue a finales de septiembre de 1947, cuando planeaba el cuarto viaje de su vida hacia la Capital, que un grupo de vecinos en nombre de todo el pueblo le hizo la entrega de $50 pesos de aquel entonces, y del compromiso de comprar un aparato de radio que sirviera a la comunidad para enterarse de lo que pasaba en el mundo, para escuchar la música de moda y organizar algunos bailes domingueros.

Pensando en la historia de su vida, y ensoñado con la encomienda que llevaba, los tres días de viaje se le fueron rápido. Llegó a Tuxtla Gutiérrez en una noche lluviosa del 19 octubre, y durmió en una galera en las afueras de la ciudad. A las 4 de la mañana ya estaba pesando su maíz en las bodegas de gobierno, y concretó la venta a las 8 de la mañana. Cuando vio las ganancias supo que podría realizar más proyectos de los que había pensado. Dedicó el resto del día a comprar telas, medicinas, un sombrero, huaraches y a regatear por una silla de montar que pensaba usar en un caballo que todavía no era suyo. A las cuatro de la tarde se comió unos tacos en el mercado central, y a las 4:30 entró finalmente a la única tienda que vendía aparatos de radio de todo el estado. Sintió que le sudaban las manos por el ansia de saberse responsable de una compra que beneficiaría a todo su pueblo.

El encargado de la tienda tardó varios minutos en atenderlo, a pesar de que nadie más estaba en la tienda, y con voz cortante le explicó que sólo había tres aparatos disponibles en ese momento. El primero era cuadrado, pintado de blanco y con una pancita en el lomo, costaba $48 pesos; el segundo era un poco más grande, también cuadrado y de madera barnizada, dos delgadas líneas doradas adornaban su perímetro, el precio de $50 pesos según el vendedor, era por tener más capacidad de recepción. Pero el que atrajo su mirada desde el principio fue el tercero, el de forma triangular, el que se parecía a la torre de una iglesia, el más grande y con enormes botones dorados, el que costaba $55 pesos por que captaba estaciones de Guatemala y de la ciudad de México, por que era de roble macizo y por que en sí mismo era una obra de arte.

No lo pensó mucho, había ganado más dinero del que esperaba tener ese año, se convenció a sí mismo de que pondría lo que faltaba en agradecimiento a la población por la confianza que le había tenido. A las 5:30 de la tarde tenía empacada en su carreta el primer aparato de radio que llegaría a Villa Flores, y emprendió el camino de regreso con la mente centrada en realizar su entrega y en fantasear con la población reunida para escuchar la radio, sonrientes e iluminados con las llamas de antorchas de ocote.

Fue una imagen reveladora que le encogió el corazón y le provocó un profundo dolor de estómago, recorrió varios cientos de metros con la boca abierta tratando de jalar aire y los ojos a punto de escaparse de sus órbitas. Se imaginó la ansiosa espera de sus paisanos, la cara de los niños sentados en la loma para apostar quien era el primero en verlo de regreso, y la mirada de las mujeres que fueran a lavar al río, quien entre tallada y tallada hurgarían en el horizonte la llegada del buen Dieguito, en su buena carreta y con el buen aparatazo de radio, que no podría encenderse por que la electricidad no había llegado a Villa Flores.

Cuando la población vio llegar a mi abuelo con el rostro pálido y desencajado, creyó entender que la compra no se había realizado. Algunos corazones pensaron que mi abuelo había perdido el dinero en su primer borrachera, otros sintieron la congoja del presentimiento de un asalto y los menos que no supieron qué pensar, ni sentir, ni imaginar, sino que seguirían sin conocer el sonido de la radio, pero todos estaban seguros de algo andaba mal con el dichoso encargo.

Con movimientos lentos mi abuelo se bajó de la carreta, que rápidamente fue rodeada por la gente del pueblo. Un niño con una pequeña mesa en las manos surgió de entre las piernas de los adultos, y la colocó para que se expusiera de inmediato la nueva adquisición. Acorde con su carácter, mi abuelo rindió una cuenta pormenorizada del proceso de selección del aparato y del uso que se había dado al dinero, e hizo circular la factura de compra. Los rostros de los presentes querían emitir una sonrisa, pero sabían que algo no andaba bien, mi abuelo titubeaba y tartamudeaba con cada frase. Sentía la expectación de todos y el sudor le resbalaba bajo el sombrero nuevo, hasta que no pudo más con su conciencia y les recordó la falta de electricidad en el pueblo.

Nadie emitió un sonido por varios minutos. Se dispersaron con la cabeza baja, murmurando agradecimientos por las molestias causadas, y uno de los más ancianos le dio a mi abuelo el encargo de cuidar el aparato hasta que el gobierno los bendijera con la llegada de un cable eléctrico. La voz de una señora emitió un pensamiento común:

-Ahhh, ¿Es con luz que se prende la cosa?

Mi abuelo no pudo dormir varias noches por el remordimiento de haber sido él quien realizara la compra de la radio, por haberse dejado cegar igual que todos por el entusiasmo y por no haber pensado en ese pequeño detalle que hacía inútil cualquier compra de cualquier aparato que necesitara electricidad.

Casualmente, fue durante un sueño que le vino a la mente la posible solución al problema. El Gobernador le había regalado un tractor al pueblo, y ese tractor usaba una batería que alguna vez escuchó que era energía eléctrica. ¿Qué pasaría si conectaban la batería a los cables del aparato de radio?

El domingo siguiente expuso su razonamiento ante una asamblea general, que decidió a un tiempo no escuchar la recomendación de preguntarle a algún ingeniero sobre el asunto y que inmediatamente se llevará el tractor y la radio al centro de la plaza del pueblo. Ese mismo día se echaría a andar el nuevo aparato para beneplácito de toda la población.

El pueblo entero se volvió a reunir alrededor de mi abuelo y de la radio. Echaron a andar el tractor y conectaron a la batería dos cables sacados de quién sabe dónde, mi abuelo dudó qué cable del tractor debería conectarse con qué cable de la radio, varios emitieron una opinión y mi abuelo acató lo que dijo la mayoría. Respiró hondo y con calma pero con decisión, juntó los cables tomándolos entre sus dedos.

Fue la primera vez que todos los presentes escucharon y vieron el chispazo provocado por un corto circuito. La radio nunca funcionó y fue donada como un recuerdo para mi abuelo, quien tardó más de dos horas en recuperarse de la descarga que lo dejó semiinconsciente, con quemaduras en las manos y el cuerpo acalambrado.


...Interesados favor de comunicarse al teléfono 8 3848 entre las 4 y 6 de la tarde con el Lic. Cástulo. Precio a negociar.


El Locotor

Por:Yowualosomatl
El Centro de Rehabilitación Social se encontraba en un terrible caos, todos los deficientes mentales corrían, gritaban, lloraban… durante horas los vigilantes y doctores –que eran pocos- trataban de controlar la situación. El causante de tal alboroto era Genaro, fichado con el número 1352, dotado de una mente increíble y de una esquizofrenia fatal. Hacía ya cuatro años que sus familiares lo habían ingresado, los psicólogos en un afán de someterlo, diagnosticaron su locura, convenciendo a su comunidad de que Genaro había perdido la chaveta y, que debía de ser sujeto a un centro para su posible cura.
Aquella noche, que era la revuelta, Genaro había tenido un sueño:
-Se encontraba dentro de su cuarto donde veía a sus demás camaradas dormidos, él se paraba y sigilosamente avanzaba hacia la salida, en ese momento levantó las manos y las observó por un instante, al bajarlas sentíase dotado de una fuerza sobrehumana, sentía que sus habilidades normales eran convertidas en poderosas armas, lo que más le sorprendía era que podía volar, volar en su sueño, volar a su libertad. Salía hacia el patio del manicomio, la luna era febril y pálida; corrió, se lanzó al aire y descubrió que una fresca brisa empapaba su cara, al volar escapaba del Centro, pasando la baranda de seguridad y desde arriba veía a los dos guardias metidos en sus vigilias nocturnas. Él vibraba de emoción ya que emprendía su viaje de regreso a sus albores de tranquilidad, tenía ganas de buscar a su familia, aunque por dentro rabiaba por la traición que le habían acaecido. Pasó cortando las nubes, viendo de veces unos hermosos cuervos plateados, debajo de él la ciudad iluminaba sus pupilas con su fervoroso latir luminoso, en su pecho experimentaba una reacción de felicidad, su corazón golpeteaba con fuerza. En un momento descendió, pisó el suelo y se introdujo en un edifico sucio, al parecer no se encontraba nadie más. Su habla estaba distorsionada en el momento en que preguntaba si alguien se encontraba; a lo lejos solo escuchó unos pasos y el cerrar de una puerta. Con temor siguió el sonido, flotó sobre las escaleras, vio una puerta de madera color salmón, la abrió con dificultad y dentro del cuarto encontró una cabina de radio y un hombre sentado que le daba la espalda. La cabina era estrecha, en ella habían varios aparatos que su mente no podían discernir, lo más usual y conocido para Genaro era un micrófono, una caja negra parecida a un transmisor, un teléfono y dos butacas, donde una estaba ocupada. Se abalanzó y dio un paso hacia delante, sus pies eran ligeros los podía mover con mucha facilidad. En sus movimientos, provocó que el hombre que estaba dándole la espalda volteara. Sintió una aprehensión cuando observó al tipo de enfrente, observó su negro cabello largo, su piel cobriza como el cacao, vestía una guayabera blanca, pantalón café y guaraches de suela de llanta, sus facciones las reconocía como indígenas, pero lo que más le aterraba eran sus fríos ojos de obsidiana penetrantes cual flecha enemiga; no recordaba haber visto nunca a ese individuo y menos en un sueño como ese. El individuo articulaba palabras pero Genaro no le entendía, de momento, el cobrizo se paró de su asiento, se acercó a Genaro y con ambas manos le golpeó fuertemente en las orejas, no sintió dolor Genaro, sino que su sentido del oído estaba despejado, podía escuchar con una perfección increíble. Genaro empezó a escuchar al hombre, comprendía cada palabra que le decía, sin embargo, sabía que no estaba hablando español, él podía comprender a este la lengua en la que le hablaba, pero no comprendía como. El hombre se acercó de nuevo a Genaro, colocó una mano enfrente de él a la altura de sus labios y Genaro sintió como si le jalaran la garganta hacia fuera, después de esto sentía su habla con mayor fluidez, pronunció una palabra y volvió a notar que no era español, pero lo entendía.
-Ya que me entiendes Genaro, empecemos- dijo el individuo- Rogelio es mi nombre y seré tu protector y guía.
-No comprendo- se sorprendió Genaro al sentir brotar estas palabras- ¿qué es lo que quieres decir?, ¿por qué llegué aquí?.
- Estás aquí por que tienes que enfrentar una misión, y lo que quiero es ser tu guía para que puedas cumplirla. Decía Rogelio con tranquilidad y soltura.
“¿Ves esta cabina de radio?, bueno tienes que informar a tu comunidad que no estás loco y que les protegerás de un pronto mal que caerá sobre sus habitantes, ¿quieres salvar a tu familia, verdad Genaro?”.
-Sí y no, aún les guardo rencor por su falta de amor y su incompetencia, siento tristeza al pensar sus acciones y el trato que recibí cuando me voltearon la tortilla.
El hombre introducía sus oscuros ojos en los pensamientos de Genaro, todo lo veía tan claro, tan real, que creía estar realmente fuera de aquel terrible lugar.
-Tu transmisión iniciará a las siete de la tarde de “ellos”, aunque en el sueño no hay tiempo, debes de ser tú quien invente ese lapso, ese momento preciso para otorgarles “cierta información”.
-Rogelio, explícame de una vez ¿qué es lo que está pasando?- Decía con desesperación Genaro.
- Bien, está bien, empecemos desde el principio, tienes que salvar a tu comunidad, corre grave riesgo de ser atacada, les tienes que dar un mensaje. Naturalmente te encuentras en un sueño, es por eso que pudiste volar y observar esos hermosos cuervos, esa es una señal de que tu misión debe ser propagada, es una puerta abierta para que esta empresa comience ya.
-¿Pero… entonces… eh?, ¿qué es lo que tengo que decir, hacer?, ¿cuál es el peligro que corre mi familia, mi comunidad?- Sus nervios atrapaban su inquietud y se hacía sonar más su voz, Genaro salía de sus casillas.
-Date cuenta que aquí estás “completamente sano”, es decir, ya no sufres esos delirios que te atormentaban durante las noches, eso es buena razón para seguir.
“Dos, ese mal lo descubres tú mismo, ya lo sabrás a su momento, el problema es la transmisión, que la tienes que comenzar lo antes posible…”.
-No sé cómo, explícame Rogelio, necesito saber todo lo antes posible.
-Ven Genaro, acércate, prende ese transmisor de onda onírica, sí ése que tiene un cerebro como ilustración. ¡Perfecto!, siéntate en la butaca y ahora enciende el micrófono, localiza por medio del transmisor la población de tu procedencia ¿ya?, bien, ahora abre ese paquete que está en esa bolsa roja.
Genaro abrió el paquete y vio que dentro había una mezcla extraña de hojas, tomó las que le dijo Rogelio, las preparó en forma de cigarrillo con unos papeles que venían también dentro del paquete, y encendió el cigarro, inmediatamente tuvo una terrible visión: su comunidad era prendida fuego, la gente corría desesperada y un ejército irrumpía sobre el pueblo, en frente de una pequeña resistencia se encontraba un hombre fuerte que yacía sangrado y tirado en el suelo, logró ver a su madre llorando a lo lejos y a su abuelo maldiciendo con coraje, logro verse a sí mismo matando a un soldado. Regresó a su encuentro y empezó a hablar sobre el micrófono.
-Pueblo humilde y valiente, pueblo hermano mío, soy Genaro Ulgana, ése mismo quien ustedes lo encerraron supuestamente por ser extraño, ahora les prevengo una catástrofe. Sé que están dormidos y están en contacto conmigo, pero quizá al amanecer un ejército terrible destruirá la aldea, violará a sus mujeres, matará a sus hijos y ancianos, capturará a sus jóvenes y degollarán su sabiduría, no sé las razones, pero sépase que tienen que huir los más indefensos y luchar los más aguerridos, vencerán con sabiduría y claridad, no teman que el temor es vano, y no sientan rencor cuando venzan, que el vencido es hombre también y sangra rojo. Junten sus sentimientos y forjen su libertad con esta declaración, este ensueño despertará sus más horribles corajes, pero quizá los salve de ser aprehendidos. Genaro Ulgana los saluda y lamenta no poder hacer más por ustedes, ya que me encuentro aherrojado por su temor a lo extraño. Les amo y pronto les veré.
Con lágrimas que quemaban sus mejillas Genaro terminó de hablar, volteó a su derecha buscando a Rogelio, que ya no estaba.
Al despertar Genaro notó que estaba solo, su claridad era la de siempre, le dolía la cabeza. Corrió hacia el comedor donde el Doctor Silva leía el periódico, Genaro se lo arrebató y huyó hacia el patio central, lo hojeó y al llegar a las páginas medias sus ojos desbordaban lágrimas, pues estaba observando una foto en donde un hombre de negros cabellos estaba tendido en el suelo sangrando y detrás de él las casas estaban prendidas fuego, su comunidad había sido sublevada. Dió un grito desgarrador, su mensaje no había sido escuchado.

13 de septiembre de 2005


El viejo


Aquella mañana lluviosa Él como hace setenta años se disponía a salir a sacar a pastar a sus animales todas las mañanas hacia lo mismo con mucho agrado , disfrutaba de la naturaleza y del aire fresco que se respiraba en las montañas , no tenia familia ya que toda había muerto, unos por enfermedad y otros en accidente , así que estaba solo en aquel apartado espacio.
Don Sebastián tenia muchos recuerdos muy gratos en especial le gustaba platicar a sus amigos sobre como se hizo de un viejo amigo que lo acompañaba desde su juventud , comenta que una tarde en la feria del pueblo , en donde se vendían los artículos más raros y a la vez novedosos ; él iba caminando junto a su novia , Ernestina, muchacha de bellos sentimientos y muy enamoradiza, , cuando de pronto escucho una voz que de inmediato robo su atención , fue tanto su interés que por un momento se olvido que venia acompañado y caminó como hipnotizado hacia el lugar donde provenía aquella voz , como era muy tímido, dio varias vueltas alrededor del puesto del comerciante antes de atreverse a preguntar de donde provenía esa voz , estaba muy indeciso y la enorme vergüenza que senita le angustiaba mucho , él verdaderamente quería enterarse de quien era esa voz esto lo pensaba mientras convencía a Ernestina de que lo acompañara a preguntar .
Después de una gran lucha interior entre su timidez y su enorme curiosidad , se armo de valor y con voz atropellada le dijo al comerciante
¿de dónde vienen esos sonidos? A lo que el comerciante respondió - ¡haaa! Esto es una caja parlante -¿si? Y de ¿ dónde salen las voces? , el comerciante respondió no lo sé , yo sólo la vendo y lo demás no me interesa.
Sin mediar mayor conversación y negociación Don Sebastián , le dijo que él la quería comprar, el comerciante le indico lo que debía pagar y Don Sebastián extrajo de entre sus ropas un pañuelo algo viejo , donde se encontraban todos sus ahorros .
Sin pensarlo pago lo que el comerciante le dijo y cogió la caja con mucho jubilo, rumbo a su casa se hacia miles de preguntas, no entendía como era que salieran tantos sonidos y voces de esa pequeña caja; ya en la noche junto a su pequeña lámpara de petróleo se dispuso a escuchar junto a, Ernestina, los sonidos que salían de esa caja y que robaban mucho su atención , estaba orgulloso de aquella adquisición ya que a raíz de tener ese aparato en casa sabia más , se enteraba de sucesos que se desarrollaban en otras latitudes y lo más importante cuando se sentía solo acudía a escuchar a las personas que emitían sus ideas a través de la caja y que lo mantenían informado.
Esa misma mañana el viejo ya apunto de salir dio marcha atrás , porque, la voz que emanaba de la caja atrapo sus sentidos que a la vez provoco un derrame de lágrimas sin tregua , se regocijo en el rincón justo donde estaba su mesa y se dispuso a escuchar ; la mujer narraba la convivencia de una familia , que se amaba y se apoyaba mutuamente , con este relato el viejo fue cerrando lentamente sus ojos y en la medida que él se hacia participe del relato su cuerpo iba perdiendo fuerza a la vez que su corazón dejo de latir.