el pinacate

Qué me cuentas y otros cuentos...

martes, octubre 17, 2006

¡Aquí nada paso!

Por: quebranto popular.


Cuándo en el arma se trae la lucha, no importa que corten cartucho ¡Aquí nada paso!
Panteón rococo.


Al aire:

Es difícil respirar con una costilla rota y un ojo hinchado, estamos muchos en esta habitación, aun sin conocernos: lamentos, preguntas, oraciones y realidad, mezclada con el humo de tabaco de los soldados.
"¡Ya cabrones, que aquí no es hotel! No que muy machitos pintando paredes y "boteando" en la calle, comunistas de mierda, la ley de México se respeta o se mueren pendejitos"

El pueblo maltratando al pueblo, como me alegro de no aceptar la propuesta de mis padres a servir a México como soldado, pero después de todo ellos no tienen la culpa, la culpa es de esta autoridad represora que desorienta al pueblo llamándonos vagos comunistas y alegando que estamos de acuerdo con el toque de queda y asesinar la libertad de transitar de noche, pero mañana me canso que si empieza una nueva revolución, alguien tiene que saber que nos tienen secuestrados y lo que sólo alcanzamos a ver son botas y uniformes verde olivo de hombres que tararean canciones de Pedro Infante.

Radio rebelde:

No es fácil un programa de rock en una estación como la XEB, enclavada en Dr. Río de la Loza, pero aquí estoy: con un toca discos, un teléfono y un micrófono que sirven para realizar los sueños de "la generación" como nos llamo José Revueltas que estuvo de visita en esta su cabina de radio rebelde. Recuerdo la cara del escritor cuando lo recibí en la puerta y el guardia pensaba que era algún sacerdote o rabino por su barba que termina en una pequeña trenza. Me sentí un poco incomodo al momento de hablar con él y mi desconocimiento de la "primavera de Praga" o del movimiento ferrocarrilero del año 1958, él me vio como un alumno que nunca participa y al final del curso simplemente reclama una calificación y el pregunta ¿cual es su nombre? Aprendí demasiado de aquel hombre pequeño y de vista cansada. "Pero antes vamos con Peace and Love originarios de Tijuana". Las platicas fuera del aire son las más importantes e interesantes, él me tomo del hombro y acerco a decirme: "Camarada el día se acerca el mundo comienza a cambiar a partir de las manos jóvenes de ustedes los hijos de un Dios obrero que se canso de ser crucificado por la burguesía existente en el mundo capitalista ¿cuál es tú nombre camarada José, Antonio, Pedro? Mil y una noches tus padres lo han repetido después de ser explotados en las fabricas o ser obligados a usar corbatas para representar el sueño del capitalismo totalitario, es tiempo que los abras para que lo hagan los demás, grita tú nombre en voz alta para que se escuche la libertad". La melodía termino, la Psicodélia se dejo de escuchar, el productor desde el aparador que acapara las voces del locutor me dijo a señas que el tiempo se acabo media hora no es suficiente para cambiar el mundo y no se porque el tiempo en radio se empequeñece entre publicidad de Lulu y Pascual.

Transmisión en vivo:
Ya son varias las veces que al aire saludo a los integrantes del Consejo General de Huelga (CGH) las autoridades de la estación empiezan a llamarme la atención para dejar de hablar de Marx o de "Los Muros de Agua" del autor de José Revueltas. La vida es más que César Costa o Angélica María, la vida a través del micrófono debe estar encaminada al pueblo y después de todo "la voz del pueblo es la voz de Dios" mañana es el informe de gobierno del presidente Díaz Ordaz y es tiempo de reclamarle su preceder antes de pensar como realizar unos juegos olímpicos.

On.
Estoy en la plaza de Tlatelolco " En 1968 yo era un estudiante de medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y, como muchos otros de mi generación, estuve involucrado en política estudiantil, El día 2 de octubre pensé que iba a ser un mitin más. De repente vi llegar tanquetas. Los estudiantes dijeron: llegaron los soldados. Pensé que eso empezaba a oler mal. Poco a poco empezaron a llegarmás tanquetas. Me puse nervioso. Un helicóptero que sobrevolaba la Plaza, soltó una bengala verde. Alguien me dijo: ¡cuidado, esto se va a poner feo! Unos segundos después estalló la balacera. Las ametralladoras empezaron a rociarlo todo. Me tiré al suelo y fue el caos.

Estaba boca abajo. Ya no veía nada. Había un ruido ensordecedor. Mi única obsesión era salirme del balcón. Correr hasta las escaleras. No recuerdo si corrí o me arrastré. El chiste es que llegué hasta las escaleras. Era el pánico total. Creo que fue en medio de esa confusión cuando vi a Oriana Fallacci [periodista italiana], que perdía sangre. Vi que la cargaban... Imagínese: el ruido de las ametralladoras afuera... las balas que rebotaban por todas partes... el agua que caía y caía. Y yo, en medio de todo esto, preguntándome qué diablos estaba haciendo ahí... cuidando mi grabadora para que no se mojara... ¿Y qué fue lo que vi en medio de todo esto? Pues a unos tipos vestidos como estudiantes, pero no lo suficientemente jóvenes para ser estudiantes, que se ponen un guante blanco en la mano izquierda y sacan pistolas.

Creí que estaba alucinando. Pero me descontrolé aún más cuando los vi disparar hacia abajo, sobre la gente. No entendía si se trataba de un grupo de auto defensa estudiantil, que disparaba contra los policías, o policías vestidos de civil que disparaban contra los estudiantes. Llegó un oficial de la policía. Ordenó que todos los periodistas fueran trasladados a otros departamentos. Fuimos escoltados por estos tipos de guante blanco. Uno de ellos disparó contra la cerradura para abrir la puerta. Me confiscaron mis cintas. Viva la libertad pero ahora no llegare a mi programa de radio a la XEB.
Off.

Me estoy ahogando con mi propia sangre, siento miedo y el ruido de la metralla no para en mis oídos, papá, mamá ¿dónde están? Tal vez orando antes de la cena o escuchando la hora de "Los Panchos", los extraño esto seguramente es parte de la despedida, la vida no fue tan extensa como siempre pense, la lucha termino para todos nosotros en el momento que apenas empezaba "Cristo no bajes a la tierra, ya que te llamarían comunista por tu pelo largo"
"En filas cabrones, numerence, ahora si quiero ver su V de la victoria en su manita izquierda, verdad que él ejercito si sirve y no nos van a desaparecer"

Hasta cuando terminara todo esto, yo soy locutor y sólo quería que todo fuera más igualitario, que los niños no crecieran encaminados por el miedo y que tuvieran la libertad de leer lo que ellos escogieran, sólo libertad. Se acercan me preguntan mi nombre "Alberto Medina Sánchez" suena tan común y tan especial al mismo tiempo "estudiante de Medicina en la UNAM" y locutor de radio, me exigen una identificación, la observan, la foto muestra una sonrisa que aun mantenía la idea infantil, "la XEB me gusta sobre todo la hora de Javier Solis" siento calor pero no me responden las piernas y caigo sobre mis rodillas, los soldados ríen y no se sí será mi imaginación pero esta noche del 2 de Octubre de 1968 la noche es más larga que de costumbre y tal vez comience a llover, no quiero llorar o por lo menos que no me vean hacerlo, le digo a dios a mi juventud y a mi futuro, escucho que cortan cartucho cerca de mi es mi turno volteo a ver a los cuerpos y la sangre que llega hasta mis pies, como reaccionar ante la hora de mi propia muerte escojo alguna melodía que sirva para sonreír tal vez el submarino amarillo de Beathles, un disparo y la transmisión termina al mismo que mi vida. En el campo militar numero 1.
Play (se solicitó un narrador actual).

La memoria del ser humano es frágil, los periódicos (algunos) simplemente preguntaron ¿por qué? No hubo esquelas, pero si sobre población en el Palacio Negro de Lecumberri sedición y motín los cargos que se encargaron de cambiar el destino de un país, "Radio Rebelde" se acabo y en su lugar apareció un programa de cocina con una tal Chepina Peralta.




Ángel de paz

Rolando Deschaund de Gilead


“Mi amor, eres precioso, todo un galán,” – pensó aquella hermosa y delicada dama de rizos dorados que le llegaban hasta los hombros, escurriéndose y tocando su piel de una manera suave, sensual y brillante. En su piel tersa se destacaba una vitalidad y juventud vigorosa. Sus ojos, de color avellana, estaban llenos de un líquido cristalino y resplandeciente. Su cuerpo era delgado y sus ropas frescas y ligeras envolvían aquel grácil cuerpo. Sus brazos se encontraban desnudos y en el dorso de su mano derecha penetraba la aguja especial del catéter venoso para la venoclisis. El tubo de plástico del catéter para administrar soluciones se extendía y quedaban colgando al lado de su cuerpo, perdiéndose debajo del asiento del automóvil sobre el que viajaba. Sus deslumbrantes ojos observaban a la persona a la que tenia a su lado.

“Me encanta estar a tu lado mi amor”- pensó la dama mientras observaba a su enamorado – “Todo de ti me encanta, tu cuerpo, tu corazón, tu forma de ser, tu forma de amar, no puedo imaginar estar sin ti”- pensó embelesada en su galán.
Joshua manejaba su automóvil marca Audi con su mirada fija en el camino, silencioso, sereno y tranquilo. Empezaba a anochecer y la luz del sol empezaba a ceder paso a las líneas obscuras de la noche. El perfil joven, firme y bien delineado de Joshua destacaba luminoso sobre su vestido obscurecido por la naciente noche.

Sus pensamientos y sus expresiones se encontraban relajadas, no había ninguna preocupación, estaba sereno dirigiéndose hacia algún lugar. No había nada porque preocuparse.
Magdalena seguía observando a su amado totalmente embelesada ante su presencia. Siempre había sido así, los dos amándose íntima e intensamente. Se habían querido mucho y Magdalena no podía dejar de sentir ese sentimiento tan apasionado que le llenaba el alma y la hacia sentirse viva, que le movía para estar a su lado y permanecer en existencia, siempre disfrutando de su compañía y su extraordinaria presencia.

El Audi se deslizaba ligero sobre la autopista, suave, como si la autopista fuera de seda, despejado, sosegado. Algunas lámparas del alumbrado iluminaban la carretera brindándole un color café amarillento apagado en toda su extensión. Una línea luminosa semiapagada y silenciosa, quieta y tranquila. No había ningún otro automóvil en los alrededores y todo lo demás permanecía cobijado detrás de la negrura de la noche.

Todo el ambiente era un lapso de relajación plena entre dos estados del día, nada lo alteraba y el aire y la temperatura se volvían cómplice de esa situación con su quietud y calma.
Todo estaba bien, el amor de Magdalena, la tranquilidad de Joshua, la quietud del ambiente, la suavidad del automóvil, la quietud y serenidad de sus almas.

Y fue cuando se estrello, el automóvil sufrió el accidente, se volcó, dio varias volteretas antes de detenerse totalmente destrozado sobre su carrocería, las astillas de los vidrios rotos y de pintura y fragmentos de metal se esparcían como arena lijando toda la carretera y acompañando con su impulso al Audi volcado que se seguía arrastrando por el impulso. La luz se reflejaba en el metal retorcido color oscuro.
Continuo deslizándose, todo se encontraba quieto, todo estaba sereno, el viento estaba tranquilo...

Las luces de las patrullas policíacas se movían en intervalos con sus colores azules y rojas de gran intensidad, parpadeantes y repetitivas violentando el lugar.
En el centro de aquel espectáculo permanecía el automóvil silencioso, Magdalena de pie, hermosa e impecable, con el tubo de su catéter colgando al lado de su brazo, grácil. Se encontraba a un lado de un policía con uniforme azul oscuro que habla con alguien mas informando de la situación. Magdalena lo escuchaba atenta a su lado, con sus rizos bien hechos y definidos sobre ella. Todo su ser parecía destacar con un brillo extraño, luminoso y vivo, hermoso, sobre todo aquel escenario que en oposición mostraba una tonalidad mas opaca.
El policía y el otro individuo con el que estaba hablando miraron juntos hacia un lugar con una expresión lastimosa y desesperanzada, sin remedio, esperando el desenlace lógico que tenia que producirse, pues así era la cosa. Frente a los tres, tendido en el suelo, rodeado de tres paramédicos que lo manoseaban con mucha concentración y seriedad se encontraba Joshua, con su chamarra oscura abierta mostrando una camiseta ceñida a su pecho color azul grisáceo, uno de ellos sostenía una pequeña bomba de aire que apretaba con cierta regularidad, seguridad y nerviosismo mientras otro masajeaba su pecho, apoyado sobre el con los brazos extendidos y rígidos, presionando su pecho con ambas manos entrelazadas una sobre otra, apoyándose, masajeándole el corazón. El tercero se encontraba acuclillado, expectativo, atento a la situación, trabajando con una gran eficiencia y profesionalismo.

Continuaron afanosamente con su cometido, esforzándose con mucho empeño, entregando su alma en ello, presionando el pecho de Joshua una y otra ves, revisando el pulso, administrándole oxígeno, suministrándole adrenalina por vía intravenosa, trabajando, trabajando para salvarle la vida. El sudor escurría de la frente de aquellos tres profesionales dedicados a recuperar de la muerte la vida de Joshua, el amor de Magdalena. Una y otra vez presionaban el pecho, lo atendían y le proporcionaban los mejores recursos y atenciones que en la vida pudieran proporcionarle a alguien, para que su cuerpo conservara la vida. Una pequeña mota que recoge el viento y se la lleva por los aires, ligero hacia el cielo azul, las nubes blancas entre las montañas por encima de una carretera despejada y soleada que se aleja y se pierde en el horizonte.
Se perdía, su corazón se perdía y aquellos tres héroes lo sabían y se esforzaban desafiando a la muerte con todo su empeño y energía. Al parecer todo era inútil. Colocaron pasta conductora y presionaron con las palas del desfibrilador sobre el tórax, el mando del aparato se encontraba en asincrónico, oprimieron los dos interruptores de ambas palas, administraron otra serie de tres desfibrilaciones, 200, 200, 360 Joules, ocurrió la contracción musculoesqueletica, confirmaron el ritmo en el monitor del desfibrilador y continuaron con el protocolo. Ambos policías se inclinaron para observar con mayor atención. Magdalena permanecía sola observando con mayor concentración la escena. Continuaron proporcionándole sustento pero nada parecía funcionar. Magdalena de pie, con una expresión de serenidad absoluta, como una beata, vio lo que ocurría. Camino hacia Joshua con pasos suaves, sin prisas, un brillo vivo la rodeaba y la hacia destacar de su entrono frío, crudo y agresivo. Cruzo al lado de los policías que ahora se encontraban acuclillados, observando alejados del acontecimiento, no le pusieron atención a ella.
Los paramédicos dejaron de aplicarle descargas y alejaron sus manos de su pecho y de su cuerpo, todo quedo en silencio por unos instantes, parecía un pequeño intermedio entre dos estados contrapuestos. Pero algo se escapaba y conforme los segundos transcurrían aquello se iba transformando. En el ambiente flotaba aquella situación cambiante que en unos segundos seria inexorable y terrible. Una pesadumbre pronto bajaría sobre todos ellos pero aún permanecía en el aire aquella sensación de acción y entrega que los había dominado hacia unos segundos atrás.

El cuerpo de Joshua también parecía iluminado, sobre todo en su pecho, pero no tanto como Magdalena. Esta llego hasta estar de pie frente a su amado, frente y sobre su rostro inconsciente, observo su pecho desnudo y se agacho para tocarlo con sus suaves manos...

- Murió, Magdalena murió – había dicho uno de los tantos doctores que poblaban el hospital. Al principio Joshua no había puesto atención en qué doctor le había dicho aquella soberana estupidez, aquella herejía, esa obscenidad y no le puso atención a su identidad. Su mente quedo en blanco, su corazón se acelero (o se detuvo quien sabe), y su cuerpo se contrajo en aquel choque emocional que le produjo aquel imbecil y se derrumbo. Hubiera caído al suelo si su hermano y familiares no lo hubieran agarrado del brazo, y se lo llevaron hacia algún lugar para que se recuperara.

La última vez que Joshua vio viva a su prometida fue en la cama en la que ella se encontraba moribunda, su rostro de ella se encontraba en aquel momento serena, ella había aceptado su situación con una benevolencia y quietud de una manera que emanaba una tranquilidad y aceptación sosegada y despejada.

Se encontraba recostada sobre su espalda, con las cobijas suaves, algodonosas y plumosas acariciándola y descansando sobre sus piernas y su cintura. La luz penetraba y caía sobre ella y su entorno, iluminando y alegrando con viveza el lugar destacando con intensidad y calor los colores y las tonalidades normales de las cobijas, de su cuarto y del ambiente. La línea de luz la cubría intensamente y su rostro, serena y pacifica miraba a las personas que se encontraban en el lugar. El tubo de plástico del catéter para la venoclisis para administrar soluciones por microgoteo bajaba desde la bolsa de poloietileno que contenía el líquido obscuro que colgaba mas arriba hasta llegar bajo las gasas que cubrían el dorso de su mano y penetraba la aguja a través de su flexible epidermis y se insertaban en las venas.

Los observo unos instantes, a Joshua, su hermano y la madre de su amado, a todos. Sus manos descansaban a cada lado de su cuerpo reposando flácidas e iluminadas por el sol con las palmas hacia arriba y los dedos flexionados de manera natural sin esfuerzo.
Su cabello se encontraba desgastado y libre cayendo sobre su espalda, destacando su hermoso color sobre su hombro y su espalda.

Los observo un momento mas y entrecerró lenta y ligeramente sus ojos. Su rostro aún conservaba esa expresión de agradecimiento y felicidad que le bendecían el rostro.
- Mejor hay que dejarla descansar un poco – dijo la madre de Joshua. Y todos salieron de la habitación no sin que Joshua le diera un delicado beso de despedida en la mano por la que estaba conectado el catéter.

“Murió, Magdalena murió” había dicho el doctor, lo recordaba Joshua con espanto y crueldad, y siguió hablando sus profundas estupideces el bendito doctor que le había dicho semejante consideración. Después ya no recordó nada mas.

Murió

Magdalena había muerto

Y ahora ella estaba ahí de pie ante su amado que siempre había cuidado y acompañado en todo y cada uno de los momentos de su vida a partir de ese instante, lo cuidaba y lo amaba y lo protegía.
Pero sucedía algo extraño, su cariño no se estaba presentando junto a ella, en la realidad de ella. Se desvanecía y desaparecía, se iba de la realidad y de la vida, se esfumaba y moría, moría y se disipaba y el brillo que se observaba en el pecho de Joshua y lo irradiaba se atenuaba suavemente hasta que parecía querer llegar a desaparecer.
Y le dio miedo a Magdalena, algo extraño en su realidad, una realidad en la que toda emotividad y energía permanece en un estado permanente de inmovilidad y quietud, constante y lineal sin perturbaciones. Pero le dio miedo a Magdalena, la perturbo y la movió de su quietud pacifica, propia de una meditación eterna de amor y energía positiva.

Magdalena esperaba, de una manera extraña al solo ser capaz de percibir energías, que Joshua estuviera junto a el pero no estaba ocurriendo así. Se alejaba y se alejaba de ella y ella de el.
Coloco sus blancas y luminosas manos sobre el pecho descubierto de Joshua y se transmitió. Toda su energía se transfería hacia el y toda su energía de él se recuperaba, transmitiéndose y recuperándolo del vacío hacia el cual el caía. La luz de el se recupero hasta volverse opaca y sin color como todo aquello que lo rodeaba, dio una bocanada de aire y abrió los ojos con su cabeza apoyada inclinada aún hacia atrás.

Los paramédicos que recogían sus instrumentos reaccionaron y rápidamente regresaron para auxiliarlo y ayudarlo para que estuviera mas estable. Más estable que eso imposible.
Magdalena había desaparecido, ya no se encontraba presente. Joshua se recuperaba y estaba nuevamente vivo, pero el había logrado escapar al abismo de la muerte y estaba nuevamente vivo, algo sentía en su pecho, algo nuevo e intenso, algo muy fuerte y muy poderoso, una energía viva que lo envolvía por dentro en una especie de semilla de energía intensa y blanca, una bola de energía que parecía salir de su pecho pero que ahora había empezado a moverse y a vivir. Y fue en ese momento cuando recordó con toda intensidad y claridad a su amada Magdalena. Sintió como si siempre hubiera estado con el y que nunca lo había abandonado, sintió que estaba presente, ahí junto a el, en su corazón, viviendo junto a el y con el para siempre, para nunca dejarse y siempre amarse.

Amarse los dos con vida, en vida en su cora

¨A VECES ME CONFUNDEN CON JOSÉ ALFREDO¨

por PUPI.

23:30 p.m.

Escurridos los fideos y la sal sobre la mesa y el rechinido del molinillo pardo y el reloj made in nowhere y las trusas bien tendidas y el alba abierta. Caminé 13 pasos norte 25 oeste 5 norte del día martes… todavía. La perrada duerme, mi ventana se enganchó con la luz del Sitio Los de Abajo, una base de taxi seguro coordinada por Mariano Azuela.

Para dormir hay que tener un poco de sueño, o quizá desgano, o un rincón vacío, o salvarse sin tiempo, pero no soy Benedetti y no me llamo Javier.

Abordo la unidad coral y blanco S04554, el señor Azuela al volante, el medidor de gasolina full.



23:47 p.m.

Paramos en La Económica, pido dos cajetillas sin filtro, el dependiente responde lento. Un intersticio. Espero. La leyenda fluorescente: ¨Abierto mientras el mundo gire¨. Aún se escriben buenas cosas, los diarios son un exceso.


23: 58 p.m.

El principal orgullo del señor Azuela no es coordinar un Sitio. Pasamos Avenida Circunvalación. Norte, oriente, norte, muy al norte hasta Ferrería. Aceleramos a placer, es tarde y los semáforos duermen a ronquidos constantes. Escuchamos una retransmisión, Simplemente Mariano cumple 10 años al aire, el señor Azuela gira su cuello, pierde tensión.
Hacía tiempo que no pasábamos donde las suripantas vientrudas. Mi ventanilla es una composición callejera, justo en el centro un perro relame periódicos, ella trata de echarlo, taconea, manotea, finalmente grita y el perro sale de cuadro. Esperamos a un amigo.


02:00 a.m.

La cerradura se mece, quiero tocar el timbre, me retracto, vivo solo. La llave entra, yo también.


08:45 a.m.

46, 47, 48, 52 segundos orinando.


11:00 a.m.

Un bautizo. Estoy frente al padre Moisés, miro al niño con orgullo, el pequeño atiende la cúpula. La pila es algo grande para cualquier recién nacido. El padre Moisés levanta la mano, todos agachan la cabeza, voy por la canastilla y las monedas tratan de justificar algo impronunciable. Recoger limosna es un buen trabajo, siempre me ha gustado estar donde el dinero.


15:26 p.m.

133 pasos norte. Buche no, requesón no, arroz con huevo sería letal. Tacos bien sudados, picante, sudo la euforia de una noche farisea. La propina va al final, las calles son tan anchas, cualquier vecino a esa distancia lo llamo extranjero. Me enjuago la boca, anoche dije cosas muy sucias.



17:55 p.m.

El América remonta abrumante marcador. Tin-tán es un recuerdo, Mauricio me ataja con su séquito de amazonas, ¡arroooooz! Televisión es a distancia como microbús a peligro, bajé dos calles antes. Siempre he tenido la impresión de encontrar matones rondando el quicio.


20:00 p.m.

Los de Abajo enciende la luz.


23:15 p.m.

Enjuago el rastrillo, abundante crema, unas pantuflas. El señor Azuela no acepta propina. 12 pasos oriente 5 norte. La cocina es un lugar seguro, los olores del tomillo inhiben a los del sobaco, la canela adormece el eructo, los cuchillos repelen, el mantel protege, es aquí donde los recuerdos aciagos se endulzan instantáneamente.


23:45 p.m.

El teléfono respira profundo, riiiiing, inhala, riiiiing, exhala, riiiiiiing.
-¿Bueno? Aquí no vive José Alfredo. Adiós.


23:50 p.m.
Leche con miel.